Una reflexión sobre tres ex estudiantes, sus destinos y sus futuros

Durante mi periodo como coordinador de los programas de ciencia política, gobierno y relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Manizales tuve muchos estudiantes excepcionales, brillantes y motivados quienes lo que buscaban era lograr lo mejor para su pueblo, el pueblo que tanto amaban.  Esta reflexión trata con tres de ellos: un autor, poeta, músico y analista cívico, Julián Santiago Bernal Ospina; y dos que han ejercido sus carreras en la política, ambos compartiendo el primer nombre: “Carlos”.

Julián, un pensador profundo y un brillante observador de realidades las cuales cristaliza en diversos tipos de escritos y exposiciones, ha escrito una bella reflexión sobre uno de los otros dos, Carlos Anderson García Guerrero, secretario de planeación para el Departamento de Caldas bajo dos diferentes gobernadores.  El escrito de Julián se titula “La cicatriz de Carlos Anderson” y se encuentra dentro de su interesante blog https://julianbernalospina.com/.  Creo muy importante que todos lean esa reflexión de Julián.  Es esencial leerla para entender mis observaciones que siguen al respecto.

El sujeto de su escrito es un joven de mucho talento pero, además y más impactante, es un milagro encarnado.  Refleja lo mejor, no solo de Colombia sino del ser humano.  Es un ser quien, enfrentado por lo peor de la humanidad, por lo más brutal y lo más desgraciado, con la ayuda de su espíritu indominable, todo lo superó.  Lamentablemente, su pasado no es excepcional en nuestro hermoso país, no es excepcional, por terriblemente difícil e injusto que fue.  Pero la manera en la cual Carlos Anderson lo superó si es excepcional, y es ejemplar.  Ejemplar en una forma esencial para nuestro país, esencial para nuestro mundo tan violento y torcido.

Al parecer, el destino, que tantas veces es tan injusto, en este caso formó un protagonista que entiende lo peor de nuestro bello país, pero a la vez, entiende que superar los peores retos, por difícil que sea, no es imposible.  Carlos Anderson, después de superar retos casi insuperables, escogió como carrera el servicio público, el servicio cívico real, pero ahí no llegó por medio de la ruta tradicional, la politiquera electoral.  Salió de estrato económico y social peor que el cero pero, por medio de préstamos del Icetex y la ayuda de una media hermana, una muchacha desconocida durante la mayoría de su vida, ingresó a estudiar ciencia política en la Universidad Autónoma de Manizales.  Primero, claro, en forma acelerada, completó sus estudios de secundaria, estudios por muchos años aplazados.  Luego de graduarse como politólogo empezó a trabajar como contratista en la gobernación de Caldas.  Ahí, inmediatamente dejo su marca como trabajador preparado, serio, honesto y talentoso pero, a la vez, humilde.  Fue reconocido por eso, ascendiendo en puestos de cada vez mayor responsabilidad y, en cada puesto, fue exitoso.  Tan exitoso que fue imposible no reconocer su talento no obstante todo el favoritismo indebido y la corrupción que lastimosamente caracteriza nuestros gobiernos a todo nivel.  Y uno que si lo reconoció fue el entonces gobernador de Caldas Luis Carlos Velázquez.  Luis Carlos tuvo la inteligencia de hacerlo su mano derecha y luego, nuestro secretario de planeación.  El gobernador actual, Henry Gutiérrez Ángel, reconoció lo mismo y, en forma algo excepcional para nuestro sistema político en donde todo cambia con toda nueva administración, insistió que Carlos siguiera en su despacho permitiendo la implementación estratégica de proyectos esenciales de largo plazo.

En todo lo anterior Carlos Anderson se diferencia totalmente del otro de sus compañeros de estudios del cual escribo.  Otro Carlos quien también fue estudiante mío pero uno quien rápidamente, pero sin adecuada formación, ascendió en la política municipal.  El segundo Carlos no enfrentó mayores traumas en su vida.  Como joven lo peor que le ocurría fue que de vez en cuando perdía su moto, no acordándose donde la había dejado después de una noche de mucha rumba.  De todo tipo de apoyo y de beneficios disfrutó.  La alcaldesa de Bogotá, Claudia López lo adoraba y como líder de la Alianza Verde a nivel nacional, cuando Carlos fue rechazado por su partido a nivel Departamental, al parecer, ella dio la orden que en Caldas, lo que quería “Carlitos” se haría.  El ex Senador y ahora ministro, Mauricio Lizcano también lo apoyó, y eso desde que Carlos era un estudiante de bachillerato cuando ya había decidido que algún día seria presidente de Colombia.  Fue con la ayuda de la maquinaria política lizcanista que Carlos Mario llegó a ser alcalde cuando aún era demasiadamente joven.  Pero una vez en el poder, resulto mal títere, tenía ambiciones indominables y un carácter difícil, tanto para sus mentores como para sus colegas y empleados.  Los últimos, incluso varios de sus compañeros de estudio y también ex estudiantes míos, rápidamente, en choros, lo abandonaron.  No obstante todo lo positivo, su juventud no escapo un trauma serio.  Durante su único periodo como concejal, perdió a su madre en condiciones problemáticas, algo sumamente doloroso para él.

Ascendió la escalera política casi de un solo paso, no por mérito administrativo o por su preparación anterior ni solamente por el apoyo sus mentores politiqueros sino por su carisma, por su enorme talento en lo electoral y por su dominio de las redes sociales.  El segundo Carlos, Carlos Mario Marín Correa, tiene una sonrisa linda y una bella y muy querida esposa, pero de la vida real, en comparación con el primer Carlos, poco sabe y por su falta de preparación y por su carácter algo imperioso, su administración como alcalde de Manizales fue desastrosa, aunque con recursos públicos contrató a destacadas agencias de publicidad para crear el imagen que, aunque falso, quizás a futuro pueda utilizar para disfrazar las realidades de su gobierno.  Y eso podría ser exitoso.  No obstante salir de la alcaldía con el peor índice de favorabilidad en la historia de encuestas sobre ese tema en Manizales, después de dejar la ciudad extremamente endeuda y con casi todos sus proyectos sin completar y sobre costo, fue nombrado el segundo mejor alcalde de Colombia por el grupo Colombia Líder, algo que a ese grupo los hace parecer de poca confianza.  Obviamente, si gobernar no es su talento, si sabe cómo manejar publicidad, redes y medios.  Quizás a futuro como asesor en esos temas se debía enfocar, aunque los rumores indican que aspirara al Senado de la Republica, y luego, a lograr su sueño de ser nuestro presidente.  ¡Qué susto!

Que pesar que así resultó.  Yo mucho he querido a ambos Carlos no obstante la honestidad con la cual he sido opositor del segundo durante su administración.  Pero por ser tan apurado para agarrar al poder, llegó sin haberse preparado y sus fracasos mucho nos costaron.  Que pesar que, mirándose en el espejo, no puede ver y aceptar la realidad y dedicarse a mejorarse, a hacer un análisis realista y en base de eso, confesar sus errores y pedirle disculpas a su pueblo, pedir perdón y hacer lo posible para aprender de sus errores y así, llegar a ser por lo menos algo parecido a la persona que se pensó ser, alguien en alguna forma más parecido al primer Carlos.  Más preparado para usar su carisma y su talento electoral para el bien público en vez que para satisfacer su ego.  Pero no, saliendo, insiste que su alcaldía fue insuperablemente positiva e ignora su rechazo por la ciudadanía Manizaleña, y caracteriza como mentiras las observaciones sobre el estado de la ciudad por parte del nuevo alcalde, Jorge Eduardo Rojas.

A diferencia con nuestro ex alcalde, Carlos Anderson no aspira todavía a otros cargos, solo a formarse bien en temas relacionados con la gobernanza, con la administración pública, con el manejo de gente a su cargo y en como mejor servir a sus conciudadanos.  Pero hay muchos, yo entre ellos, quienes creen que sería excelente gobernador, eso algún día, no ahora, y también, que quizás también, después de eso excelente ministro, y quizás, hasta excelente presidente.  Que opciones tan totalmente diferentes las que salieron del mismo programa universitario durante la misma época, con los mismos profesores, los mismos compañeros, pero claramente, no con las mismas experiencias personales.  Uno nos llega por las rutas duras que enfrentan a los victimas de nuestros conflictos internos, los victimas de nuestra corrupción omnipresente, las víctimas de los abusos por los peores entre nosotros, superándolo todo, y el segundo, pues por medio de todos los beneficios que nuestra sociedad corrupta les brinda a sus preferidos.  La realidad me parece, no solo con respecto a Carlos Anderson sino con respecto a otros de mis estudiantes que han salido de los estratos más bajos superando problemas relacionados con la violencia y la corrupción, personas como el nuevo concejal de Manizales, Víctor Alfonso Caicedo Espinosa, fundador y director de la Escuela contra la Pobreza, que solamente ellos realmente entienden completamente los difíciles problemas que nos enfrentan, y por lo tanto, son esenciales miembros de cualquier equipo político, a cualquier nivel, que busca lograr superarlos, o, por lo menos, minimizarlos.

Gracias Julián por ese perfil tan poderoso de tu compañero, Carlos Anderson, el que investigaste, analizaste, escribiste y compartiste.  Tocó mi alma.  Y de ti y de Carlos Anderson mucho espero a futuro y no creo que seré decepcionado.  ¿Y de Carlos Mario?  Pues uno nunca sabe.  Carlos Anderson es prueba que milagros si ocurren y quizás Carlos Mario también, algún día, se despertará y llegará a ser otro orgullo para sus compañeros de ese programa tan especial que tuve el honor, por un tiempito, de coordinar.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; all rights reserved.  Please feel free to share with appropriate attribution.

Guillermo (“Bill”) Calvo Mahé (a sometime poet) is a writer, political commentator and academic currently residing in the Republic of Colombia (although he has primarily lived in the United States of America of which he is also a citizen).  Until 2017 he chaired the political science, government and international relations programs at the Universidad Autónoma de Manizales.  He is currently the publisher of the Inannite Review, available at Substack.com, a commentator on Radio Guasca FM, and an occasional contributor to the regional magazine, el Observador.  He has academic degrees in political science (the Citadel), law (St. John’s University), international legal studies (New York University) and translation and linguistic studies (the University of Florida’s Center for Latin American Studies).  However, he is also fascinated by mythology, religion, physics, astronomy and mathematics, especially with matters related to quanta and cosmogony.  He can be contacted at guillermo.calvo.mahe@gmail.com and much of his writing is available through his blog at https://guillermocalvo.com/.

Sobre los valores relativos a lo Divino de lo moral, la inmoralidad y la amoralidad: una reflexión

Tanto la moralidad como la inmoralidad son construcciones artificiales. La amoralidad posiblemente meramente siendo un observador inmortal y, por lo tanto, como mínimo, un compañero de lo Divino.

Completa y absolutamente neutral y aparentemente desinteresado, pero tal vez solo analizando y observando.  Muy parecido a lo Eterno. Mucho más allá de lo complejo y lo profundo, como si el “todo” fuera prácticamente inexistente, al menos en lo impactante.

Quizás, … sin embargo, … “reflexionando”.

Deliberando en forma introspectiva sobre la frase humana, “¿ser o no ser?” y preguntándose: qué implicará “una pregunta”.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

Recuerdos

Es un día para ecos ocultados dentro de tinieblas
pero con la esperanza
que serán encontrados;

Colores desvaídos que una vez vivieron en arcos iris,
recordando un pasado
donde el forraje era siempre más verde.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

Manzanas, el caos y el tiempo: una especie de reflexión metafísica

Palabras clave: incóate, cosmogonía, cosmología, metafísica, mitología, religión, zeptosegundo

El caos no era incoherente, simplemente incóate[1], … pero sujeto a cambios constantes a medida que, en forma inmutable y concurrentemente complementaria, casi sucedía todo lo que podía suceder (pero no solo las cosas malas como llego a pensar Murphy).

Era infinitamente incipiente quizás con la excepción de, instante a instante, una solitaria y variable realidad, esa realidad apareciendo fugazmente pero cambiando acérrimamente, a veces en forma reiterada, otras veces no; pues, la verdad es que, … casi nunca, pero ese “casi” deja mucho espacio en periodos antes del tiempo. 

El multiverso se montaba y se desmontaba asiduamente en mucho menos que una pequeñísima parte de un zeptosegundo[2] y luego, se volvía a montar en diferentes configuraciones.  La memoria de la radiación, de la energía y de la materia era efímera por lo cual, sus elementos no recordaban, de instante a instante, ni de donde provenían y ni adonde deberían volver a configurarse.  Existían infinitos multiversos, pero, como se ha indicado, solamente por lo que los humanos considerarían una pequeña fracción de un zeptosegundo, aunque cada componente de cada universo existía por ese instante con recuerdos completamente formados, recuerdos que se remontaban a miles de millones de años, al menos durante esa fracción infinitesimal de un zeptosegundo, y durante ese brevísimo instante, quintillones de seres esparcidos por todo el multiverso creían que tenían un presente, y que habían tenido un pasado, y tenían aspiraciones para un futuro, y podría ser que en alguna otra fracción de un zeptosegundo, ya sea en el pasado o al mismo tiempo (en algún otro lugar) o en alguna fracción futura de un zeptosegundo, podría haber una especie de continuidad.  Pero no era al azar, al menos no siempre.  Sin embargo, discontinuidad era la regla, al menos por lo general.  Cada civilización zeptosegundica podía ser interrumpida por eternidades antes de que un instante siguiera a otro, aunque siendo inexistente el tiempo, oxímoronamente, tanto un instante como una eternidad carecía de contexto o significado.

Dos seres conformaban la única permanencia del caos, uno, una especie de esposo que carecía de nombre por haber sido el primero, y la otra, su consorte, quien él nombró “Sofía”.  Él había decidido que ella existiera, liberándola de lo incipiente y raudamente, existió.  O, tal vez, simplemente la había separado de sí mismo para no estar solo.  O, tal vez ella era solo su eco, como ying algún día sería para yang, o alfa para omega, o macho para hembra.

Cada uno de ellos tenía la capacidad de crear cadenas de existencia, algo que él siempre podría haber hecho pero que no lo había considerado hasta que ella llegó a su lado, o apareció dentro de él, o se formó en algún lugar de alguna manera; pero ambos eran infinitamente inmaduros, muy volubles y, como el contexto en el cual existían, con memorias muy poco desarrolladas, siendo la linealidad un anatema para ellos.  Memoria implicaba orden y el orden implicaba una especie de estabilidad temporal y, por lo tanto, era una herejía para seres nacidos en un caos incóate, por lo cual ellos (o al menos él) habían prohibido que el orden o el tiempo existieran en su reino.  De alguna manera él percibió que el orden traería límites a su poder infinito y tal vez permitiría que otros aparecieran y siguieran existiendo.  Y eso destruiría inevitablemente la estabilidad inestable requerida para mantener el caos perfectamente, solo incipiente.  Un caos solo incipiente, donde todo era igualmente posible y, por lo tanto, mucho más que probable, y donde todas las posibilidades podían coexistir al mismo tiempo.  De hecho, dada la ausencia del tiempo, todas las posibilidades tenían que coexistir al mismo tiempo, aunque, como hemos señalado, bastante fugazmente.

Lo anterior estaba, por supuesto, repleto de paradojas, una infinidad de paradojas que se desarrollaban al mismo tiempo, como reacciones en cadena incontroladas de cuantos que fusionaban quarks en la manera que los quarks deseaban.  Quizás él había sido el resultado de la primera fusión de ese tipo, y quizás inmediatamente buscó contener y descontinuar el fenómeno.  Si es así, eso habría acabado con la armonía perfecta del caos incóate y representó los primeros cuantos de orden.  ¿Qué tan irónico hubiera sido eso? Pero, por supuesto, porque la memoria estaba estrictamente prohibida, no recordaba nada antes de él, o con él, al menos hasta que ella apareció de alguna manera.  Y ahora que lo pensó, desde que ella se unió con o a él, olas parecían estar excitando un poco a la infinidad de efímeros multiversos.  Él lo percibía porque las olas forjaban una especie de música, y él había disfrutado de la música, sin darse cuenta de lo que podría significar.  Como había disfrutado de la compañía de Sofía, sin darse cuenta de lo que ella podría significar.  Pero la música y Sofía iban de la mano, y Sofía nunca había sido consciente de una existencia en la cual la música no hubiera estado presente.

Y entonces, de repente, se había auto creado un imprevisto.

El primer repentino.  Se había fracturado lo incipiente y había aparecido el tiempo aparentemente de la nada (sabiendo que era un anatema, el tiempo se había estado escondiendo), y surgió un eco del orden, comenzando a juntar piezas infinitesimales, encadenándolas y organizándolas, aunque para cualquiera que pudiera haber estado observando[3] hubo una gran explosión.  Infinitamente ardiente, pero solo por una pequeña fracción de un solo zeptosegundo, después de lo cual comenzó a enfriar y expandirse.

Y el Uno miró a Sofía.  Ella se encogió los hombros en un gesto que implicaba que no comprendía el porqué de lo ocurrido, pero, por alguna razón, … pensó en manzanas.

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Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia.  Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales.  En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St.  John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.


[1] Algo que será, con el paso del tiempo, pero que aún no es, al menos no del todo, pero que quizás se insinúa.

[2] La menor unidad del tiempo medible, es decir, el tiempo en el cual un fotón trasversa un protón.

[3] Y, por supuesto, todos lo estaban haciendo (nosotros incluidos), aunque en forma incóate, aunque en forma inconsciente habiendo sido incipientes hasta entonces, y lo incipiente tardó mucho en desmoronarse, ahora que existía el tiempo, así como, bueno, …  el movimiento,

¿Tendrá futuro el Partido Liberal colombiano?

El destacado periodista Rafael Zuluaga recientemente escribió lo siguiente en su columna Polinotas:

El partido liberal deberá convocar en los próximos cuatro meses a una convención para tomar decisiones, entre ellas, escoger a una nueva mesa directiva. Así lo ordenó el Consejo Nacional Electoral … que a su vez impuso una sanción de $25 millones. Todo por culpa del que se cree dueño del logo del liberalismo, César Gaviria Trujillo, porque durante más de dos años no convocó a una convención nacional, y violó la Constitución Política y la ley. Según la decisión electoral, “el retraso sistemático para no realizar la convención restringe el ejercicio de derechos de participación a sus miembros activos militantes e influye en la toma de decisiones más importantes de esta colectividad”. Liberales de base consideran que Gaviria debe ser defenestrado.

Ese partido se encuentra muy depreciado a nivel nacional, y, en especial, en Caldas.  Y esa depreciación es, obviamente, bastante merecida.  Lo que destaca su recién caída es la corrupción liderada por el ahora encarcelado líder en Caldas, Mario Castaño, pero esa corrupción no es novedosa, ha existido desde la época uber-clientelista del Senador Liberal Víctor Renán Barco.  Sin embargo, esa no es la mayor razón por la cual el partido Liberal de hoy merece tal reconocimiento.  Peor que su corrupción fue su abandono de los ideales progresistas de personajes como el presidente Alfonso López Pumarejo y aspirantes a la presidencia como Jorge Eliécer Gaitán Ayala y Luis Carlos Galán Sarmiento, recordándose que ese partido político fue fundado en 1848, ese año maravillosamente revolucionario en Europa, por el señor José Ezequiel Rojas por medio de su manifiesto titulado “La razón de mi Voto”, una publicación a favor del candidato presidencial José Hilario López, primer presidente liberal del país quien luchó exitosamente por la abolición de la esclavitud en suelo colombiano.

Durante este nuevo milenio, muchos se han retirado del partido Liberal para fundar otros partidos, unos pocos de izquierda, y otros más de derecha; incluso, de derecha extrema. El ejemplo más claro trata con Álvaro Uribe Vélez quien inició como miembro del partido Liberal pero luego fundó, primero, el partido de la U y luego el Centro Democrático. Entonces, ser Liberal durante las últimas décadas solo ha tenido connotaciones de pragmatismo político en búsqueda de poder, y eso no por medios decentes.  Afortunadamente, hay Liberales que durante esas mismas décadas se han mantenido fiel a sus valores originarios.  Suspendidos ya por demasiado tiempo sí, pero no olvidados por todos.  Ellos tienen dos opciones principales, primero, seguir con la fragmentación política en Colombia desarrollando aún más partidos, pero intentando recapturar la esencia Liberal, como supuestamente se está haciendo con el Nuevo Liberalismo de los hijos de Galán, etc. O reversar el proceso, rescatando al partido Liberal y totalmente re-vinculándolo, limpiándolo, y consolidando en él las fuerzas progresistas del país en una manera coherente y capaz de gobernar decentemente. 

Entonces, sí hay quienes, en vez de abandonar ese partido político, apasionadamente han buscado reformarlo por mucho tiempo, aunque, hasta ahora, sin éxito; quienes entienden que para lograr eso, lo primero que se requiere es admitir todos los errores y pecados cívicos que en el último medio siglo sus miembros han cometido, y eso sin tratar de disculparse con el refrán de que “todos lo hacen y siempre”. Y si no son tantos, son suficientes, y no todos deben ser los que a ese partido siempre han sido fieles.  Para lograr lo que se requiere, un partido Liberal renaciente debe ser incluyente. 

A nivel nacional ya existen líderes como el calumniado pero honrado ex presidente Ernesto Sampér Pizano y el actual ministro del interior, Luis Fernando Velasco Chaves; también personajes como Alexandre Vernót, Luis Fernando Rosas Londoño y Fernando Panesso Serna,  injustamente desacreditados por autoridades públicas corruptas.  Y en Caldas, el ex congresista José Luis Correa López, quien rompió con el líder de las marionetas mucho antes de que eso fuese popular, y el ex concejal, ex diputado y destacado médico Néstor Toro Villa, y el ex presidente del Concejo de Manizales Mauricio Gómez Trujillo, y muchos, muchos más, incluso algunos que hoy lideran otros partidos.

La izquierda colombiana, hasta el año pasado, era solamente un ideal casi fantasma dada su horrible fragmentación.  Desde 1946, se ha ido dividiendo en muchísimos diferentes partidos y movimientos cívicos, cada uno con pocos miembros y la mayoría entre ellos creyéndose caudillos.  Pero será que un renovado partido Liberal les podría dar un hogar coherente, organizado, diligente, bajo el liderazgo adecuado en todo aspecto, quizás diferenciando sus candidatos políticos de quienes deben manejar las tareas administrativas cotidianas en forma eficiente.  Para eso, los desapreciados pero reales Liberales progresistas tendrían que responsabilizarse y asumir el deber (no el derecho) del liderazgo, devolviéndole a ese partido lo que una vez fue.

¿Tarea ardua?  ¡Si!  ¿Tarea difícil?  ¡Si!  ¿Tarea sin garantía de éxito?  ¡Si!

¿Pero imposible?  ¡No!

Y el tiempo es ahora, como notó el destacado periodista Rafael Zuluaga en su columna de Polinotas con la cual inició esta reflexión ya que la dictadura de Cesar Gaviria Trujillo en los residuos del partido Liberal no tiene que ser eterna. El tiempo es ahora cuando al parecer, el Frente Amplio petrista no ha logrado el éxito aspirado, ni, al parecer, el Pacto Histórico.

Confieso que políticamente soy independiente aunque ideológicamente de izquierda, y que no soy miembro del partido Liberal, ni lo espero ser.  Pero como un enamorado de mi patria, sé que se requiere un sistema político diverso y coherente, representando diversas perspectivas pero en forma sana y decente.  Y que entre ellas, los que comparten las perspectivas Liberales originales deben tener un puesto destacado.

Algo importante sobre el cual se merece deliberar.

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Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

Fracasó intento de golpe de estado en Rusia

Hubo intento de golpe de estado en Rusia, supuestamente en reacción a un ataque por parte de las fuerzas militares rusas contra sus aliados en la compañía mercenaria llamada popularmente el Grupo Wagner, una organización militar fundada y liderada por el empresario Yevgeny Prigozhin.  Ahora salen noticias que las agencias de inteligencia estadounidenses sabían que iba a haber ese intento semanas antes, es decir, antes del supuesto ataque contra el Grupo Wagner por parte de dichas fuerzas militares rusas.  ¿Cómo sería eso posible?  Pues la respuesta es obvia.  Como tantas veces ocurre, esas agencias de inteligencia fueron involucradas en la organización del intento, y hoy, ahora en exilio en Bielorrusia, el señor Prigozhin es un hombre con mucho dinero en dólares, además, ya relevado de las sanciones económicas antes impuestas con respecto a él por los Estados Unidos y sus aliados.

Un destacado mayor jubilado de los infantes de marina estadounidense, Scott Ritter, que también trabajó con los equipos de inspección de la ONU sobre armas atómicas en Iraq, explicó en detalle las causas de lo ocurrido en un artículo, publicado en Substack, titulado “El Gambito de Prigozhin: traición por cualquier otro nombre”, aunque fue publicado antes de que las agencias de inteligencia de los Estados Unidos indicaron que sabían del golpe planeado con semanas de anticipación y, por lo tanto, no aborda ese aspecto.

De acuerdo a Ritter, la compañía Wagner, por operar fuera de Rusia, gozaba de beneficios extralegales prohibidos por la constitución rusa si hubiesen sido parte formal de las fuerzas militares y rusas, para evitar esas restricciones, fue formada en la misma manera que ocurrió con los Estados Unidos y sus mercenarios en el Grupo llamado Blackwater. Pero cuando Rusia, después de un plebiscito a su favor, incorporo las áreas a su occidente habitadas por descendientes rusos en Ucrania, la región conocida como el Donbass, esas restricciones constitucionales resultaron aplicables y los miembros del Grupo Wagner que ahí se encontraban, y, de acuerdo a la leí, se vieron obligados a firmar contratos, no con el señor Prigozhin, fundador y dueño del grupo mercenario, sino con el Ministerio de Defensa ruso, y, además, en vez de recibir municiones, vehículos, etc., en forma preferencial, como antes, se vieron sujetos a las mismas restricciones y auditorias que la aplicaban a las fuerzas militares normales.

Por no aplicarle restricciones normales sobre sus decisiones militares y por el acceso previlejado a las armas del cual gozaba, el Grupo Wagner logró éxitos militares impresionantes en diversas partes del mundo, por ejemplo, en Siria, pero en especial en contra de Ucrania. Logros que no serían tan fáciles bajo el régimen normal en el cual tendrían que funcionar a futuro. 

Viendo eso, las agencias de inteligencia estadounidenses se aproximaron al señor Prigozhin, indicándole que si lanzaba un golpe apoyado por una campaña de propaganda que crearía la ilusión de que patriotas rusos estaban siendo maltratados, diversos segmentos de la sociedad Rusa, tanto militares como cívicos, lo apoyarían.  Pero no obstante la preparación propagandista, o el supuesto ataque militar contra el Grupo Wagner por fuerzas militares rusas, el apoyo no se realizó, y la sociedad rusa, junta con aliados en el extranjero, rápidamente le dieron su apoyo incondicional al señor Putin.  Siendo obvio que el complot había fracasado y que las agencias de inteligencia estadounidenses se habían equivocado en sus proyecciones, el señor Prigozhin rápidamente reverso curso y negocio por medio de la intermediación del presidente de Bielorrusia, Alexander Grigoryevich Lukashenko, exiliarse de Rusia y rendir sus tropas, muchas de la cuales habían rechazado el llamado a rebelión.

En vez de tumbar al gobierno de Putin, al parecer, Putin resultó más fuerte que antes (aunque los medios de comunicación occidentales lo pintan en forma diferente), y los miembros del Grupo Wagner que rechazaron participar en el intento de golpe, serán incorporados contractualmente a las fuerzas armadas rusas. 

Y que paso con el conflicto miliar con Ucrania durante el intento de golpe, pues su supuesta contraofensiva, la cual se inició hace varias semanas, ha sido un fracaso total, y durante el intento de golpe, cuando en forma aparentemente coordinada, intentó nuevos contraataques, resultaron solamente más derrotas muy costosas en muertes de soldados ucranios y en destrucción de recursos militares pagados por el OTAN, es decir, por los ciudadanos de los estados miembros del OTAN, en especial, los ciudadanos estadounidenses.

¿Todo eso porque nos debe importar a los colombianos? 

Pues porque esas mismas agencias de inteligencia estadounidenses trabajan aqui para apoyar a la extrema derecha colombiana.  Entonces, el mensaje para ellos que reciben dicha ayuda debe ser que con esas agencias de inteligencia no se puede contar (como les contarían muchos ex residentes de Afganistán).  Pero para el gobierno también hay un mensaje, y ese es que con el apoyo de los Estados Unidos tampoco se puede contar, porque lo que con una mano se da, con la otra se quita.

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Recordando un día caótico en Colombia: el 13 de junio de 1953

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Hoy, 13 de junio de 2023, recuerdo el día hace precisamente setenta años, en el cual, por un breve tiempo, realmente cambio Colombia.  Me faltaban seis semanas para cumplir siete años.  Había sido desalojado de mi amada Manizales.  Ya había vivido en Miami por casi un año.  Era un niño víctima de la diáspora colombiana precipitada por la violencia que explotó el 9 de junio de 1948 (el día después de que nació mi hermanita Marina) con el asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala.  Un magnicidio posiblemente sugerido (u ordenado) por la nueva Agencia Central de Inteligencia estadounidense.  Sobre ese día, el 13 de junio de 1953, rigen bastantes opiniones y muchas consecuencias y, por eso, me ha interesado mucho.  Pero no es fácil encontrar la verdad al respecto en medio de tanta propaganda partidista y de la aparente indiferencia por la objetividad y el abandono de la búsqueda por la verdad por parte de periodistas e historiadores. 

A lo largo de mi vida (ya de más de tres cuartos de siglo) entender lo ocurrido ese día me ha importado mucho y, es por eso, usando las pocas fuentes objetivas disponibles, que lo estoy intentando investigar y reconstruir ahora.  Qué lástima que aún no disponemos de vehículos que nos permitan visitar al pasado.

Para entender lo ocurrido, no en forma crítica sino empática, primero hay que poner a ese 13 de junio en contexto histórico, jurídico y constitucional.  En demasiadas ocasiones he encontrado que la verdad se oculta por medio del punto de inicio en lo que se investiga  Acciones que parecen carecer de razon se convierten en algo muy diferente cuando se examinan sus raíces en vez de ocultarlas, por lo menos en cuanto eso sea posible.  No podemos, con los recursos disponibles, investigarlo todo, pero mucho sí.

Claro que las raíces de los eventos de ese día en 1953 involucran los siglos de inigualdad e injusticia que heredamos de la época colonial, y que los eventos de ese día se habían catalizado por las reformas propuestas por Gaitán en los años antes de su asesinato, y luego, por la violencia que resultó a causa de ese asesinato en 1948.  Ese asesinato fue la flama que puso a escaldar la “pitadora” social que contaminaba al país con polarización y odio partidista heredado, odio heredado hasta que tuvo que explotar.  Y explotó. Y la explosión social se manipuló.  En vez de buscar cómo sanarnos, buscamos por todos lados cómo acabar con nuestros oponentes y, el presidente de turno, Mariano Ospina Pérez, no era de carácter sanador ni conciliador, sino inflamador.  Y peor, nuestro gobierno estaba políticamente dividido con un congreso liberal y un ejecutivo conservador, ninguno dispuesto a acomodar al otro, sino a tomar ventaja donde quiera que se encontrara.  Y en eso, la potencia extranjera que tanto nos ha manipulado tenía su mano firme, ya iniciando un conflicto mundial para asegurar que el capitalismo y la explotación que tanto les servía a sus clases dirigentes, aliadas con las nuestras, no fueran amenazados.

Con base en la irreconocible polarización política en la que nos encontrábamos en 1949, en específico, el 9 de noviembre de ese año, ocurrió un choque constitucional.  El Congreso Liberal fue convocado para iniciar un juicio contra el entonces presidente Conservador, Mariano Ospina Pérez.  Para evitar esa posibilidad, el presidente Ospina reaccionó, declarando turbado el orden público y por consecuencia, estableció Estado de sitio en todo el país.  En eso habría tenido la razón, si su motivación no hubiese sido política.  Pero era meramente política con el solo fin de salvar a su presidencia, no para darle el orden al país que tanto se necesitaba.

A sus órdenes, la policía se tomó las instalaciones del Congreso y, bajo dicha declaración, el presidente Ospina amparó una serie de decretos entre los que se encontraban: el cierre del Congreso y demás cuerpos legislativos departamentales y municipales; establecimiento de la censura de prensa (correos postales, telegramas y hasta las llamadas telefónicas); prohibición de todas las reuniones o manifestaciones públicas; otorgamiento de plenos poderes a los gobernadores de los departamentos para implementar dichas medidas; y, modificación del régimen de votación de la Corte Suprema de Justicia.  Ese día la Constitución Colombiana de 1886 sufrió un infarto letal y se estableció una verdadera dictadura en el sentido de que, durante su vigencia, se abnegó el concepto político de división de poderes en diversas ramas, concentrándose todo el poder en la rama ejecutiva bajo el mando autocrático del presidente Conservador y de sus aliados y partidarios, apoyados por las fuerzas públicas y la Iglesia Católica.

Luego de 18 días del control absoluto de esa dictadura de facto, en elecciones presidenciales en las que solo participó el candidato Conservador, Laureano Eleuterio Gómez Castro (el candidato Liberal, Darío Echandía, se retiró de la contienda bajo la amenaza de asesinato), Gómez fue elegido presidente por un voto supuestamente popular de más que un millón a favor y solo veintitrés en su contra.  ¡Veintitrés!  Imagínese.  Pues, en gobiernos autocráticos eso no es tan extrañó como seria en una democracia.  Pero ni Ospina ni el nuevo presidente Gómez eran amantes de la democracia, ni de la libertad.  Eran partidarios, como habían sido muchos durante la época después de la “primera guerra para ponerle fin a la guerra en el mundo”, del fascismo.  Ellos habían sido francos admiradores del denominado “milagro italiano” y del “milagro Alemán”, los regímenes que, por medio del fascismo, en muy corto tiempo, habían logrado mucho adelanto en sus países, pues, … hasta que fueron destruidos en la “segunda guerra para ponerle fin a la guerra en el mundo”.

Como evidencia de lo anterior, al asumir la presidencia en agosto de 1950, Laureano Gómez rechazó la Constitución de 1886 (ya estéril dado el golpe de Estado del presidente Ospina Pérez) y convocó, de forma inconstitucional, una asamblea nacional constituyente con el fin de cambiar el régimen estatal colombiano a uno que fuera afín con el fascismo Español de esa época; pero, por razones de salud, Gómez abandonó su cargo como presidente antes de que esa asamblea nacional constituyente se organizara, asignándole la presidencia a su designado, Roberto Urdaneta Arbeláez, quien se posesionó el 5 de noviembre de 1951.

El Congreso de 1951 aprobó en primera legislatura el proyecto para convocar esa asamblea nacional constituyente y el 9 de diciembre de 1952, ese acto legislativo fue adoptado. Supuestamente, esa asamblea no tendría funciones legislativas (esas seguirían en manos del Congreso), y no podría modificar el período en curso del presidente, del “presidente designado” o del Congreso.  “Supuestamente”.

En mayo de 1952, el gobierno del presidente ad hoc, el señor Urdaneta, creó una comisión de estudios constitucionales la cual terminó sus funciones el 10 de febrero de 1953 y le envió al gobierno el proyecto acordado.  El gobierno del señor Urdaneta acogió, en parte, las ideas propuestas por la comisión, pero en otras hizo modificaciones.  De todos modos, el proyecto de remplazo constitucional debía de haber sido sometido a la ya aprobada Asamblea Nacional Constituyente, cuyas sesiones se debían de iniciar el 15 de junio de 1953.  Pero así no ocurrió.[2]

Del 9 de abril de 1948 al 13 de junio de 1953, el país vivió una época de guerra civil muy violenta entre los adherentes del partido Conservador, que en forma dictatorial controlaban el aparato del Estado, y los rebeldes Liberales opuestos a la dictadura ilegitima de dicho partido, agravada por la polémica y las ordenes de Laureano Gómez, quien, aunque había abandonado su cargo presidencial por razones de salud, seguía como jefe del partido Conservador y, al parecer, tácitamente manejaba el gobierno de Roberto Urdaneta. 

En 1953 la violencia había llegado a grados intolerables para casi todos, pero no para el señor Gómez.  Tanto Liberales como Conservadores (incluyendo los ex presidentes Mariano Ospina Pérez y Roberto Urdaneta Arbeláez, y los políticos Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez), buscaban alguna salida e iniciaron discusiones con el jefe de las fuerzas armadas colombianas, el popular teniente general Gustavo Rojas Pinilla, explorando la posibilidad de un cambio de gobierno, ese cambio a realizarse utilizando la figura de la Asamblea Nacional Constituyente, para lograrlo.  Enterándose de esas discusiones y para evitar esa posibilidad, el supuestamente ex presidente Gómez solicitó la renuncia de su designado como presidente para retomar el cargo y deponer al general Rojas Pinilla.  Eso fue lo que se intentó ese 13 de junio, pero no había provisión constitucional para ese escenario sin el apoyo o del Congreso o de la Asamblea Nacional Constituyente, una de las cuales tendría que aprobar la reasunción del poder presidencial por parte de Gómez.[3]

Los hechos de ese día, obviamente generaron enorme confusión de la cual se aprovecharon los opositores Conservadores del señor Gómez, los mismos que lo habían hecho elegir como presidente.  Antes del 13 de junio, ellos habían conseguido el apoyo de importantes Liberales, de líderes de las fuerzas militares y judiciales, y de la gran mayoría del Pueblo colombiano para deshacerse del señor Gómez, remplazándolo con el general Rojas Pinilla.  Y así ocurrió.  Esa sucesión inusual (cualquier sucesión ese día habría sido inusual) fue ratificada cinco días después (el 18 de junio) por esa misma Asamblea Nacional Constituyente inicialmente convocada por el señor Gómez al asumir la presidencia con el fin de remplazar la constitución supuestamente vigente. 

Para razonar su decisión amparando la delegación de poder presidencial al general Rojas Pinilla, la Asamblea Nacional Constituyente adjudicó que el 13 de junio el cargo de presidente se había encontrado vacante, habiéndose abandonado tanto por Laureano Gómez como por Roberto Urdaneta, y, por medio de un acto legislativo (supuestamente prohibido) confirmó a Rojas Pinilla como presidente de Colombia para el resto del periodo presidencial que terminaba el 7 de agosto de 1954, notando que el general gozaba del amplio respaldo de las fuerzas políticas, económicas y religiosas del país.  El Congreso, que supuestamente gozaba del monopolio sobre el uso del poder legislativo, al parecer, no opino al respecto.

Entonces: ¿Ocurrió un golpe de estado el 13 de junio de 1953, o será más bien que se puso fin al golpe de estado del 9 de noviembre de 1949?  ¿Fue “dictador” Gustavo Rojas Pinilla”?  ¿Fue “tirano”?  ¿Era fascista?

Los conceptos histórico-jurídico-constitucionales de la “tiranía” y de la “dictadura” no son bien entendidos en la actualidad, considerándose meramente como peyorativos.  Lo mismo que ocurre con el concepto del “fascismo”.  En su sentido clásico, su sentido una vez jurídico-constitucional (cuando la palabra y el concepto todavía tenían sentido), un “tirano” podría ser bueno o malo, pero había asumido el poder en contra de las normas entonces vigentes, casi siempre una revolución oligarquista o posiblemente democrática, en contra de un monarca o de otro tirano.  Entre los mejores y más democráticos gobernantes de la antigua Atenas se encontraban tiranos (e.g., Clísatenos).  También, en forma parecida, el concepto de dictadura era un concepto honorable y constitucional en la antigua República Romana, y ese concepto siguió “honorable” hasta la supuesta Ilustración.  Implicaba solamente el rechazo de la división de poderes y de la fragmentación de la soberanía durante periodos de emergencias existenciales, donde, por acto del Senado, todo el poder del Estado se le entregaba a una sola persona (e.g., Lucio Quincio Cincinato).  Algo sinónimo con lo que ocurre en la actualidad cuando se declara un Estado de sitio.

Entonces:

  • Gustavo Rojas Pinilla probablemente no se debe considerar como tirano ya que la legitimidad de sucesión en Colombia era inexistente desde el golpe de estado del 9 de noviembre de 1949, y de todos modos, el cargo de presidente se encontraba por lo menos indefinible para el 13 de junio de 1953.
  • Dictador, sí, pero por medios legales y hasta constitucionales dado el existente Estado de sitio declarado por el presidente Ospina y aún vigente el 13 de junio 1953.

¿Y qué de fascista? 

El fascismo involucra un régimen platónico en su origen, donde el bienestar del Estado es supremo y se logra por la colaboración forzada entre todos los segmentos de la sociedad en temas tanto económicos como políticos, bajo el liderazgo de un dictador.  Por lo tanto tiene aspectos totalitarios donde la libertad personal es poco relevante.  Si así lo definimos, entonces, el fascista de esa época, el que buscó imponer un régimen fascista en Colombia por medio de la adopción de una nueva constitución corporativa, ese fue, sin duda alguna, el mismo Laureano Eleuterio Gómez Castro, no fue Rojas Pinilla, quien, en su filosofía política, era más que todo progresista y populista y campeón de los derechos de los más humildes (como claramente se demostró en sus numerosas propuestas, obras y éxitos).  Eso en nada implica que era perfecto, o que no existía corrupción en su administración, o abuso del poder, pero de fascista o de la figura tiránica que tanta de nuestra historia, escrita por sus detractores y oponentes, lo acusa, pues poco.

En 1957 resultó un evento que realmente involucraba un golpe de Estado cuando, como resultado de protestas masivas organizados por las mismas fuerzas políticas que lo pusieron en el poder, el entonces presidente Rojas Pinilla rindió su posición como presidente a favor de una junta militar cuya lealtad era a favor de un denominado “frente nacional”, el cual, liderado por el mismo Laureano Gómez aliado con el ex presidente Liberal, Alberto Lleras Camargo, acordó, en forma tanto tiránica como dictatorial, compartir la totalidad del poder político entre sus dos partidos en forma alternativa, excluyendo a toda otra expresión política del poder.  Claramente algo jamás previsto en esa pobre constitución moribunda, … la de 1886.

Entonces, siempre me he preguntado, ¿qué le paso al enorme apoyo con el que Gustavo Rojas Pinilla inició su administración?

Pues, … quienes inicialmente lo apoderaron incluían muchos de los líderes políticos, cívicos, sindicales y religiosos de su época, los más conservadores y tradicionalistas[4], y ellos esperaban un régimen militar custodio, un régimen que le diera fin a los horribles conflictos interpartidistas que ellos mismos iniciaron después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala.  Pero ellos aspiraban que el general mantendría el estatus quo social y económico, ellos aspiraban que Rojas Pinilla mantendría tranquilo el feudalismo colombiano tradicional.

Pero esos líderes políticos que habían empoderado a Rojas Pinilla se habían equivocado sobre su carácter y sus aspiraciones para el Pueblo colombiano.  La visión de ellos no era la visión del entonces teniente general colombiano, un normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, graduado de la Escuela Militar Nacional e ingeniero civil graduado del prestigioso programa universitario de ingeniería del Tri-State College de los Estados Unidos.  Su visión era la de un reformista muy progresista, quizás al estilo de Juan Domingo Perón de Argentina, no de Francisco Franco.  Su biografía oficial en los archivos oficiales de la presidencia colombiana[5] destaca muchos de sus logros, incluyendo, entre muchos otros, los siguientes:

“…. fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas y la cultura popular. Estimuló los programas de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza y la programación de la televisión educativa, que se inició en Colombia durante su administración. La cultura popular no debía estimularse con medios rudimentarios, sino aprovechando los medios tecnológicos más avanzados: la televisión, la radio, el teatro, la imprenta y todos los medios que llevan a la superación cultural.

…. auspició la construcción de numerosas obras, destacando entre ellas las siguientes: la terminación del ferrocarril del Atlántico; la pavimentación de la mayor parte de las carreteras troncales del país; la creación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), el Banco Popular, el Banco Ganadero; la construcción del aeropuerto El dorado y 18 más; la construcción de acueductos, alcantarillados, avenidas, carreteras y numerosas obras de infraestructura en pueblos de distintas regiones colombianas. Introdujo la televisión en el país, y automatizó la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones. Durante su administración se terminaron las obras de Acerías Paz de Río y el Hospital Militar. Como buen “maestro”, egresado de la Escuela Normal de Varones de Tunja, Rojas Pinilla se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades; creó, organizó y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica ‘ de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia.”

Además de lo anterior, otorgó “la amnistía para los alzados en armas, principalmente para los guerrilleros de los Llanos Orientales,  del Tolima, de Antioquia y de otros departamentos y territorios nacionales azotados por la violencia”, algo muy parecido a la “Paz Total” a la que aspira el gobierno actual.  Y no se puede olvidar que fue el “dictador” Gustavo Rojas Pinilla, quien les consiguió el voto a las mujeres colombianas.

¿Qué presidente en la historia de nuestro país ha logrado más?[6]

El progresismo, demostrado por medio de los hechos mencionados, fue su decaída ya que los poderosos habituales de las clases tradicionales, tanto Liberales como Conservadores, con el apoyo de los medios de comunicación más reconocidos y la misma Iglesia Católica lo llegaron a considerar un rebelde intolerable.  Se atrevió a establecer “…. un impuesto sobre los ingresos y sobre el patrimonio golpeando a los sectores más ricos de la sociedad” y “…. [p]ara facilitar el manejo de las licencias de importación creó dos bancos públicos, medidas que los bancos privados consideraron como competencia desleal”.

Así murió por mucho tiempo el sueño progresista de nuestro país, haciéndoles claro a los políticos de turno que les esperaría si se atrevían a perturbar las tradiciones elitistas de los poderosos en nuestro país.  Y hasta el 2022, ningún otro progresista había logrado asumir a la presidencia. 

Hoy, otro Gustavo se encuentra como residente principal en la Casa de Nariño, al parecer, intentado reformas parecidas a las del supuesto dictador Rojas Pinilla.  Y el nuevo Gustavo se encuentra en lo que parecen ser inicios de otro contraataque conservador, un contraataque elitista y feudalista, un contraataque demasiadamente parecido al que destituyó a Rojas Pinilla, y que luego, al parecer, le robo un intento en el 1970 de lograr de nuevo la presidencia, pero por medios más tradicionales que los de ese día en junio de 1953. 

¿Sera que, como siempre, las calcificadas fuerzas elites de nuestro país lograrán engañar al Pueblo para convencerlo que son más cómodas las cadenas acostumbradas que la transparencia, la libertad, la equidad, la justicia y el desarrollo sostenible equitativo?

Las elites de siempre tienen todas las fuerzas de la comunicación masiva a su lado, e infiltrados en la burocracia, y aliados en la procuraduría y en el Congreso y en la judicatura.  El cambio nos incomoda y nos asusta aunque sea de nuestro beneficio.  Nuestras almas buscan garantías antes de cambiar sus costumbres.  Pero garantías reales no existen, y quienes las prometen solo nos engañan.  Entonces, ¿Qué ha de ser de nosotros y de nuestros hijos y de nuestros descendientes?  ¿Qué heredarán de nosotros?  ¿El miedo?  ¿O un mundo donde realizar todas sus capacidades se considere normal?  ¿Será que cuando nos piensen, nos darán sus bendiciones por nuestro coraje e iluminación, o sus maldiciones por el mundo en el cual los abandonamos?

Lamentablemente, hechos y verdad parecen ya no importar.  Rigen las calumnias, las distorsiones y las mentiras, todas útiles para los poderes del instante, razones por las cuales hoy en día, aprender de las lecciones de la historia parece casi imposible.  Pero “casi imposible” no es sinónimo con “imposible”, entonces, mucho vale la pena investigar, buscando la verdad en forma independiente.  Y, si se logra encontrar, compartiéndola y sobre ella, actuando.

Algo sobre cual reflexionar.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 13 de junio, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.


[1] La siguiente información fue derivada principalmente desde Ayala Diago, César Augusto (2017, revisado 2022): “El cierre del congreso de 1949: Un Decreto de Estado de Sitio dejo a los congresistas en la calle”;  Biblioteca Virtual/Credencial Historia/Numero 162;  Banrepcultural, la red cultural del Banco de la Republica de Colombia.  Bogotá.  Gómez Latorre, Armando (1991): “La Constituyente de 1952-54”; El Tiempo, 19 de febrero 1991; Bogotá.  “Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

[2] Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente fueron nombrados por el Congreso, por el Presidente ad hoc, por la Corte Suprema y por el Consejo de Estado con la adición de 10 representantes gremiales seleccionados por la Andi, Fenalco, la Asociación Bancaria, la Federación Nacional de Cafeteros, las asociaciones cooperativas y los sindicatos.  Por lo tanto, su membrecía no era solamente política sino también, al estilo fascista, corporativa.

[3] Aunque la reunión inicial de la Asamblea Nacional Constituyente estaba convocada para el 15 de junio, anticipando los planes del señor Gómez, por interlocución de, entre otros, Mariano Ospina Pérez, Roberto Urdaneta Arbeláez, Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez, se aceleró la apertura de la Asamblea para el 5 de junio y entonces, la Asamblea Nacional Constituyente se encontraba en sesión cuando el señor Gómez buscó de nuevo asumir el poder presidencial, pero sin aval alguno.

[4] En ese contexto se ha de entender, que el partido Liberal, en realidad, no era “liberal”, solo menos conservador que el partido Conservador.

[5]Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

[6] Y no era militar de desfiles, como son tantos de los hijos de los poderosos tradicionales, los pocos quienes, por meras apariencias, prestan servicio militar.  Sirvió en la guerra entre Colombia y el Perú y como representante de Colombia al alto mando de las Naciones Unidas durante la acción militar en Corea.  En 1936 fue enviado a Alemania para investigar la producción de municiones y, ascendido a mayor del ejército, cuando regreso a Colombia, fue nombrado jefe del departamento técnico de la fábrica de municiones.  En 1942 fue nombrado director de la Escuela de Artillería, en 1944 fue nombrado subdirector de la Escuela de Guerra y en 1945 fue nombrado director de la Aeronáutica Civil.  A finales de 1946, el entonces coronel Gustavo Rojas Pinilla fue nombrado comandante de la Primera Brigada con sede en Tunja, su ciudad natal, y en 1948, fue nombrado comandante de la Tercera Brigada en Cali.  1949 vio su ascenso al grado de general de la República y el año siguiente, fue encargado de la Dirección General del Ejército Nacional.  En diciembre de 1949, el presidente Mariano Ospina Pérez lo nombró ministro de Correos y Telégrafos.

Gustavo Rojas Pinilla: una época quizás afín a la nuestra

Historiadores y periodistas colombianos están ignorando importantes analogías entre nuestros tiempos y nuestras aspiraciones y los de la época vivida por el país durante la administración de nuestro general, o presidente o “dictador”, Gustavo Rojas Pinilla, una figura enigmática en la historia colombiana.  Una figura polarizante pero quizás mal interpretada.  La verdad es que un examen más objetivo de su ascenso y de su descenso político valdría la pena en este peligroso instante histórico.

Asumió poderes supuestamente “dictatoriales”[1] en 1953, pero a la instancia de numerosos sectores sociales durante una supuesta vacancia en la presidencia colombiana[2], y por lo tanto, no en forma de golpe de estado, como popularmente se categoriza su ascenso al poder. Y si fue “dictador”, fue dictador en su sentido original, el de la figura constitucional suprema en tiempos de crisis existenciales que tuvo su origen en la antigua Republica Romana.  Quienes inicialmente lo apoderaron incluían muchos de los líderes políticos, cívicos, sindicales y religiosos de su época, los más conservadores y tradicionalistas, quienes esperaban un régimen militar conservador, un régimen que le diera fin a los horribles conflictos interpartidistas que ellos mismos iniciaron después del asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, probablemente por ordenas de la nueva agencia de inteligencia estadounidense, la CIA (Agencia Central de Inteligencia), pero ellos esperaban que él mantendría el estatus quo social y económico, lo cual mantendría tranquilo el feudalismo colombiano tradicional. 

Estaban muy equivocados.  Esa no era la visión del entonces teniente general colombiano, un normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, graduado de la Escuela Militar Nacional e ingeniero civil graduado del prestigioso programa universitario de ingeniería del Tri-State College de los Estados Unidos.  Su visión era la de un reformador progresista, una visión demasiadamente parecida a la de nuestro presidente actual.  Y ¿por qué no?  Nuestro presidente actual inicio su vida cívica durante las protestas en contra del supuesto robo de las elecciones presidenciales del 1970.  En ese entonces, Gustavo Petro era pinillista, y quizás, en la actualidad lo sigue siendo, aunque no lo enfatiza, y no comparte las inclinaciones pinallistas sobre el manejo del estado.

La biografía oficial del ex presidente colombiano, Gustavo Rojas Pinilla, la que se encuentra en los archivos oficiales de la presidencia colombiana[3], destaca muchos de sus logros, incluyendo los siguientes:

…. fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas y la cultura popular. Estimuló los programas de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza y la programación de la televisión educativa, que se inició en Colombia durante su administración. La cultura popular no debía estimularse con medios rudimentarios, sino aprovechando los medios tecnológicos más avanzados: la televisión, la radio, el teatro, la imprenta y todos los medios que llevan a la superación cultural.

…. auspició la construcción de numerosas obras, destacando entre ellas las siguientes: la terminación del ferrocarril del Atlántico; la pavimentación de la mayor parte de las carreteras troncales del país; la creación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), el Banco Popular, el Banco Ganadero; la construcción del aeropuerto El dorado y 18 más; la construcción de acueductos, alcantarillados, avenidas, carreteras y numerosas obras de infraestructura en pueblos de distintas regiones colombianas. Introdujo la televisión en el país, y automatizó la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones. Durante su administración se terminaron las obras de Acerías Paz de Río y el Hospital Militar. Como buen “maestro”, egresado de la Escuela Normal de Varones de Tunja, Rojas Pinilla se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades; creó, organizó y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica ‘ de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia.

Además de lo anterior, otorgó “la amnistía para los alzados en armas, principalmente para los guerrilleros de los Llanos Orientales, Tolima, Antioquia y otros departamentos y territorios nacionales azotados por la violencia”, algo muy parecido a la “Paz Total” a la que aspira el gobierno actual.  Y no se puede olvidar que fue el “dictador” Gustavo Rojas Pinilla, quien les consiguió el voto a las mujeres colombianas.

¿Qué presidente en la historia de nuestro país ha logrado más?[4]

El progresismo demostrado por medio de los hechos mencionados fue su decaída ya que los poderosos habituales de las clases tradicionales, tanto liberales como conservadores, los medios de comunicación más reconocidos y la misma Iglesia Católica lo llegaron a considerar un rebelde intolerable.  Se atrevió a establecer “…. un impuesto sobre los ingresos y sobre el patrimonio golpeando a los sectores más ricos de la sociedad” y …. “[p]ara facilitar el manejo de las licencias de importación creó dos bancos públicos, medidas que los bancos privados consideraron como competencia desleal”.

Para tumbarlo, iniciando en el 1954, se organizaron protestas masivas desde distintas fuentes, pero irónicamente, al final, fueron fomentadas en 1957 exitosamente por la coalición liberal/conservadora denominada el Frente Nacional, una verdadera dictadura bipartidista y excluyente compuesta de los dos partidos responsables por la violencia que inicialmente resulto en su supuesta “dictadura”.  Buscando mermar la violencia, Rojas Pinilla le entrego su autoridad gubernamental a una junta militar el 10 de mayo del 1957, más que un año antes del fin de su segundo periodo presidencial (iniciado en agosto del 1954, por voto de la Asamblea Nacional Constituyente originalmente convocada por el ex presidente Laureano Gómez).

Después de que las fuerzas tradicionales del país resumieron su poder, ya en alianza por medio del Frente nacional, condenaron al supuesto dictador en el Congreso, impidiendo su participación política a futuro (parecido a lo que le paso al actual presidente durante se periodo como alcalde mayor de Bogotá por medios no judiciales en la Procuraduría), pero esa condena fue eventualmente reversada, primero por el Tribunal Superior de Cundinamarca en 1966, y un año después, el 18 de octubre de 1967, la Corte Suprema de Justicia confirmó ese acto judicial.  Ya, de nuevo con derecho a la participación política, el general Rojas Pinilla y sus simpatizantes conformaron un movimiento político llamado Alianza Nacional Popular, la cual tuvo impresionante éxito en las elecciones legislativas del 1968.

En 1970 el ex presidente intento de nuevo ser elegido presidente de nuestra república, pero en una elección sumamente sucia y con resultados posiblemente robados, no se reconoció su victoria.  La dictadura del Frente Nacional no lo permitió.  La falta de fe en la legitimidad de esa elección resulto en la formación del grupo M-19 y la renovación de insurgencia armada en nuestro país.  Nuestro presidente actual fue miembro del M-19, como fueron miembros lideres actuales del partido Alianza Verde y hasta del partido Centro Democrático.  No obstante las calumnias y mentiras con respecto a su naturaleza, el M-19 no era ni nunca fue comunista (una filosofía política que el general Rojas Pinilla detestaba).  Era solo un movimiento insurgente que buscaba un sistema electoral democrático y honesto para Colombia.

Desde entonces, hemos seguido con lo mismo de siempre.  Con la violencia, con la corrupción y con la impunidad.  Y con la inequidad social que ha hecho de nuestra hermosa patria uno de los países más desiguales del mundo.

Ahora, después de más de 65 años, ha vuelto a nuestra presidencia otro Gustavo.  Otro Gustavo con una visión social en demasiados aspectos idéntica al de nuestro “dictador”, Gustavo Rojas Pinilla.  Y, al parecer, nuestro nuevo Gustavo enfrenta la misma oposición, la oposición de siempre.  Y esa oposición, al parecer, usa las mismas tácticas, la calumnia, la mentira y la manipulación.  Tácticas que en el pasado han sido muy exitosas, hasta derrotando un plebiscito para apoyar la paz.

Gustavo Petro mucho se nombra como una especie de heredero a Jorge Eliecer Gaitán y a Luis Carlos Galán, ¿pero qué tal también a Gustavo Rojas Pinilla?  ¿Cuál será el costo que tendrá que pagar el señor Petro por su afán de corregir tantos problemas socio-cívicos y económicos que desde el inicio de nuestra historia como país han atormentado a nuestra sociedad”?  ¿Será que esta vez, el espíritu reformista y progresista, finalmente, después de más 65 años, logrará triunfar?

La verdad es que hoy en día está ocurriendo con el otro Gustavo, Gustavo Petro, lo que ocurrió con Rojas Pinilla con el contraataque de las clases tradicionalmente privilegiadas.  Esas clases corruptas y violentas usaron sus medios de comunicación, la iglesia, la burocracia, los grandes sindicatos y las grandes empresas e infiltrados dentro de la burocracia, y, por medio de la calumnia, la distorsión, la mentira y el soborno, lograron cambiar la percepción del Pueblo, haciéndolo considerar a su héroe, Rojas Pinilla, como un villano corrupto motivado solo por su deseo de agrandarse (realmente los atributos de ellos).  El Frente Nacional logro bloquear la visión pinillista de una Colombia justa, equitativa, libre de corrupción y de impunidad, donde todo colombiano pudiera, si estaba dispuesto a estudiar y trabajar, realizar todo su potencial, y en vez de eso nos dio guerra perpetua, estagnación, drogadicción y gobierno por carteles y mafias.  Bloqueó esa visión por mucho tiempo pero estamos a punto de volver a ponerla en marcha, y eso no les es tolerable a los de siempre, y los de siempre aun controlan los medios de comunicación masiva, mucha de la burocracia, mucha de las fuerzas armadas, mucha de la policía, mucho del ministerio público y mucha de la judicatura, además que mucha de la maquinaria política en cada departamento y cada municipio, pero no toda. 

¿Será que de nuevo nos vamos a permitir traicionar, que de nuevo nos vamos a permitir estancar?  O, será que, aprendiendo del pasado, ¿esta vez no nos permitiremos engañar?  Algo en que pensar, y mucho sobre nuestro pasado sobre el cual reflexionar, mientras de nuevo algunos intentamos lograr una sociedad justa, equitativa, libre de corrupción y de impunidad.  Una sociedad en la cual todo niño y toda niña colombiana puedan lograr todo su potencial, disfrutando de la realización de ese sueño del normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, el sueño de una Colombia en paz, educada y feliz, beneficiándonos a todos.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasma FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.


[1] “Dictatoriales” en el sentido que durante su vigencia, se abnegaba el concepto político de división de poderes en diversas ramas, siendo las más reconocidas, la rama legislativa, la judicial y la ejecutiva.

[2] Laureano Eleuterio Gómez Castro, al ser elegido presidente de Colombia en noviembre de 1949 ordeno la convocación de una Asamblea Nacional Constituyente con el fin de cambiar el régimen colombiano a uno afín con el fascismo Español de esa época.  Por razones de salud, Gómez abandonó su cargo como presidente, asignándolo a su designado, Roberto Urdaneta Arbeláez, quien se posesionó el 5 de noviembre de 1951.  El Congreso de 1951 aprobó en primera legislatura el proyecto de acto legislativo por el cual se convocaba una Asamblea Nacional Constituyente y, el 9 de diciembre de 1952, estando encargado ya de la presidencia Roberto Urdaneta, fue sancionada esta convocatoria tras recibir la aprobación en segunda legislatura. Supuestamente no tendría funciones legislativas, las cuales seguirían en manos del Congreso, y no podría modificar el período en curso del presidente, el designado o el Congreso.  En mayo de 1952, el gobierno creó la Comisión de Estudios Constitucionales. Esta comisión terminó sus funciones el 10 de febrero de 1953 y envió al gobierno el proyecto acordado. Éste acogió en parte las ideas propuestas por tal comisión, y en otras hizo modificaciones. El proyecto debía ser sometido a la Asamblea Nacional Constituyente, cuyas sesiones se iniciarían el 15 de junio de 1953. Sin embargo, para esa fecha la situación política había variado fundamentalmente, pues en la antevíspera se produjo un golpe de opinión acelerando las reuniones de la Asamblea Nacional Constituyente para el 5 de junio de ese año, la cual, rechazando el intento de Laureano Gómez de resumir su cargo como presidente el 13 de junio, declaro el 18 de ese mes que el cargo de presidente se había encontrado vacante, habiéndose abandonado tanto por Laureano Gómez como por Roberto Urdaneta, y confirmo al teniente general Gustavo Rojas Pinilla como presidente por medio de una acto legislativo (supuestamente prohibido) con fecha del 18 de junio, para el resto del periodo presidencial que terminaba el 7 de agosto de 1954.  Según el argumento de la Asamblea Nacional Constituyente, el 13 de junio de 1953 había quedado vacante el cargo de presidente de la República por abandono, primero por Laureano Gómez y luego por Roberto Urdaneta y, por medio de resolución legislativa, afirmó: “Que es legítimo el título del actual presidente de la República teniente general Gustavo Rojas Pinilla, quien ejercerá el cargo por el resto del período presidencial en curso”.  Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente fueron nombrados por el Congreso, por el Presidente ad hoc, por la Corte Suprema y por el Consejo de Estado con la adición de 10 representantes gremiales y su membrecía no era no solamente política sino corporativa con la Andi, Fenalco, la Asociación Bancaria, la Federación Nacional de Cafeteros, las Asociaciones Cooperativas y los Sindicatos representados.  Rojas Pinilla gozaba del amplio respaldo de las fuerzas políticas, económicas y religiosas del país, y de la misma Asamblea Nacional Constituyente.  La anterior información fue derivada principalmente desde Ayala Diago, César Augusto (2017, rev. 2022): “El cierre del congreso de 1949: Un Decreto de Estado de Sitio dejo a los congresistas en la calle”;  Biblioteca Virtual/Credencial Historia/Numero 162;  Banrepcultural, la red cultural del Banco de la Republica de Colombia.  Bogotá.  Y, de Gómez Latorre, Armando (1991): “La Constituyente de 1952-54”; El Tiempo, 19 de febrero 1991; Bogotá.

[3]Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

[4] Y no era militar de desfiles, como son tantos de los hijos de los poderosos tradicionales, los pocos, quienes, por meras apariencias, prestan servicio militar.  Sirvió en la guerra entre Colombia y el Perú y como representante de Colombia al alto mando de las Naciones Unidas durante la acción militar en Corea.  En 1936 fue enviado a Alemania para investigar la producción de municiones y, ascendido a mayor del ejército, cuando regreso a Colombia fue nombrado jefe del departamento técnico de la fábrica de municiones.  En 1942 fue nombrado director de la Escuela de Artillería, en 1944 fue nombrado subdirector de la Escuela de Guerra y en 1945 fue nombrado director de la Aeronáutica Civil.  A finales de 1946, el entonces coronel Gustavo Rojas Pinilla fue nombrado comandante de la Primera Brigada con sede en Tunja, su ciudad natal, y en 1948, fue nombrado comandante de la Tercera Brigada en Cali.  1949 vio su ascenso al grado de general de la República y el año siguiente, fue encargado de la Dirección General del Ejército Nacional.  En diciembre de 1949, el presidente Mariano Ospina Pérez lo nombró ministro de Correos y Telégrafos.

Contexto sobre el caso penal actual en contra del ex presidente de los EE.UU., Donald John Trump

Las circunstancias actuales del expresidente Trump son muy confusas, pues los reportes en los medios periodísticos tradicionales en los EE.UU. carecen totalmente de objetividad, y, además, la personalidad del expresidente es tan desagradable, que es difícil tenerle compasión, o, aún más importante, comprensión.  Pero para colombianos, algunas analogías serian útiles.  Tiene, en algunos aspectos, la personalidad agresiva del ex senador uber-uribista del Centro Democrático, Carlos Felipe Mejía Mejía, pero es sujeto de la guerra sucia, político-jurídica, al cual fue expuesto el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro.

El señor Trump acaba de haber sido formalmente acusado por un fiscal de condado dentro de la ciudad de Nueva York de haber cometido 34 delitos penales de rango mayor.  Todos tienen que ver con un pago acordado para darle fin a las acusaciones de la señora Stephanie Gregory Clifford, una ex estrella de pornografía usando el nombre “Stormy Daniels”, de haber pasado una noche con él cuando, aunque casado, él era ciudadano privado.  Normalmente, eso se llama extorción y la criminal habría sido ella, pero este caso es, por razones plenamente políticas, diferente.  La verdad es que los supuestos delitos jamás han existido en la jurisprudencia estadounidense, son una innovación del fiscal centrada en la forma en la cual los gastos fueron reportados, no como donaciones de Trump a su propia campaña, sino como gastos empresariales o personales.  Si eso fuera un delito, entonces casi todos los políticos estadounidenses deberían estar encarcelados, en especial, importantes adversarios de Trump, pero al parecer, eso no importa.  Ni importa que al final se encuentre inocente.  Se espera que la mera acusación tenga las consecuencias deseadas.  Una victoria electoral en el 2024 para alguien más de acuerdo con las políticas neoconservadoras actuales.

Y ¿por qué?  Trump es claramente un capitalista neoliberal.

Pues, porque el ex presidente Trump lidera las encuestas sobre quien será el proximo presidente de los EE.UU., y eso le es intolerable al partido Demócrata y a Republicanos tradicionales, no por su supuesta conducta personal inmoral, eso es asunto entre él y su esposa, pero porque Trump está en desacuerdo sobre la guerra en Ucrania, quiere acabar con el OTAN, y también, piensa que las enormes cantidades de dinero que se gastan en armamentos, en bases militares en otros países, y en intervenciones en asuntos extranjeras debían reducirse considerablemente, con los ahorros usados para mejorar la infraestructura doméstica, rebajar los impuestos cobrados a los ciudadanos estadounidenses y reducir al cero, la deuda nacional.

Para los poderes que realmente controlan el estado norteamericano (los cuales el heroico ex general y ex presidente Dwight David Eisenhower denomino “el complejo militar/industrial”), eso sería intolerable ya que esa “empresa” les da a ellos y a sus aliados ganancias billonarias cada año.  Entonces, como en el caso del actual presidente colombiano, los opositores del señor Trump buscan destruirlo políticamente por medio del abuso constante del sistema jurídico por medio de fiscales Demócratas en varios estados, en especial en Nueva York y Georgia, y en la fiscalía nacional, usando todos los recursos disponibles en el sistema penal para encarcelarlo y de esa manera, inhabilitarlo de participación en la política.  Eso no obstante las mucho más serias acusaciones por personas con mucha más credibilidad, contra el actual presidente Biden (acusado por una de sus asistentes de asalto sexual), contra su hijo Hunter y su hermano Jimmy, contra la fundación Clinton, la cual, al parecer vendió por millones de dólares, acceso a funcionarios del gobierno durante la administración Obama, y contra la campaña presidencial de Hillary Clinton, la cual invento, en forma pagada, el falso escándalo denominado “Russiagate”, el cual afirmaba que fueron los rusos los quienes, en forma ilegal, lograron la elección de Trump en el 2016.

En el caso del presidente Petro, la Corte Interamericana de Derechos Humanos evito que fuera exitoso el malintencionado plan para negarle al Pueblo colombiana el derecho de elegir a quien les parecía ser el mejor candidato como su presidente, pero nada de ese índole existe con respecto al señor Trump, quien está a la merced de jueces y fiscales designados por sus enemigos, y una prensa que lo odia.

No es que el señor Trump sea buena persona, o siquiera decente, pero en una democracia, una democracia de verdad, como ocurrió en Colombia, lo que le está pasando al señor Trump no se debería tolerar.

Se ha de notar que intenté publicar este artículo en Facebook, pero que fue prohibido inmediatamente, supuestamente por violar los normas comunitarios contra la desnudes.  Juzguen ustedes mismos que hay en este artículo sobre ese tema, y luego, pregúntense que está pasando, y por qué.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es editor y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuàntico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

En el Día Designado Internacionalmente para Honrar a los Hombres

Es el 19 de marzo del 2023, un domingo y un día supuestamente designado internacionalmente para honrar a los hombres, pero como feriado, es una especie de fracaso. No es un gran día para floristas o para dueños de restaurantes, ni para ventas comerciales ni para reservas festivas. Pero tal vez sea significativo si nos tomamos un momento para reconocer a nuestros hermanos varones menos afortunados. Y hay tantos Y con demasiada frecuencia, los días festivos, en lugar de ser días felices, son los días más llenos de remordimientos, nostalgia y melancolía.

Entonces… hoy, yo estoy pensando en todos los hombres que trabajan diligentemente para mantener y proteger a sus familias, pero que son despreciados por no pasar suficiente tiempo de calidad en casa, y en aquellos hombres que, sin culpa propia, han sido separados de sus familias y han perdido todo lo que alguna vez acumularon, que viven lo que les queda de la vida solos, y a aquellos padres que, después de una relación fallida con sus esposas, se encuentran alejados de sus hijos.

Por supuesto, hay otra cara de esa triste moneda, hombres que son apreciados y amados por sus familias, amados por sus esposas y admirados por sus hijos, pero lamentablemente, en el mundo disfuncional de hoy, son la excepción y no la norma. Y por supuesto, hay muchos hombres que, por su conducta, merecen su destino; pero también, demasiados que no.

Es un problema que no se ve afectado por la raza, la religión, el origen nacional o las tendencias políticas… simplemente lo es, y hay pocos grupos de apoyo para ayudar a estas víctimas a sobrellevarlo, ni series de entretenimiento para resaltar el problema, ni campeones visibles para resaltar y mejorar su situación, o legisladores que buscan reformas legales y judiciales para resolver la tragedia social que representan.

Solo unos pocos de nosotros que, de vez en cuando, recordamos y reflexionamos.

Algo en lo que pensar mientras este supuesto día festivo se vuelve gris.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es editor y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en https://guillermocalvomah.substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.