Al principio “el” Jardín era vasto, infinito, eterno, abarcando todo lo que existía. Por supuesto, desde entonces, lo infinito y la eternidad se han expandido significativamente, pero recuerde, justo antes del supuesto “Big Bang”, el universo, tal vez incluso el multiverso; está bien, tal vez incluso el omniverso, era una singularidad más pequeña que un átomo.
De todos modos, después del disgusto con Adán y el Creador, Lilitu deambuló por el Jardín por un tiempo sin fin, o casi sin fin, de alguna manera evitándolos. Eso plantea preguntas sobre la ubicuidad, omnipotencia y omnisciencia del Creador, preguntas cuyas respuestas no le agradan a él. Pero los hechos son los hechos, al menos por lo general, aunque la teoría cuántica puede cuestionar esa conclusión. Es difícil ser omnisciente y omnipotente en un mundo cuántico. ¿Ubicuidad? Bueno, eso es otro asunto ya que tal vez, desde lo cuántico, “todo” es omnipresente.
A pesar de su habilidad para evadir al Creador, de alguna manera el Jardín continuó brindándole a Lilitu todo lo que ella necesitaba. Mientras el Jardín seguía siendo hermoso, ella detestaba la presencia del hombre (su hermano y ex cónyuge), y al principio, también detestaba la presencia de su sumisa nueva esposa. Del Creador no vio ni oyó nada y experimentó sólo su gloria reflejada, como si él (con suerte) la hubiera olvidado. Al menos esa había sido su aspiración,… y su plan.
Sin interacción con el Creador o con esos otros dos seres algo parecidos a ella, Lilitu se aburrió. Se aburrió mucho, y buscó sin éxito aliviar ese aburrimiento. En su aburrimiento se parecía más a los árboles del Jardín que a los animales. Se volvió callada, quieta y solitaria. Y creó un mundo dentro de su mente donde ella prefería habitar,… como ya lo había hecho el Creador (tal vez ya varias veces). Hoy, quizás los consideraríamos a ambos autistas.
Pero finalmente, … en un día más memorable que la mayoría, … el Jardín simplemente desapareció de su alrededor. Los cambios fueron sutiles y drásticos al mismo tiempo. Lo más notable es que se desbastó la comunión entre los seres vivos, cada uno separándose de todos los demás. Los animales ya no la entendían y los árboles parecían menos dispuestos a compartir sus frutos con ella. Y los insectos, los insectos antes bellos y colaborativos, empezaron a atacarla y a alimentarse de ella cuandoquiera pudieran. Y el clima también cambió, mucho, alternando entre húmedo y seco, caliente y frío, a veces en formas muy violentas.
Ella se preguntó qué desastre habían provocado el estúpido hombre y su tímida consorte. Pero no lamentó de lo que habían hecho ya que sintió que el hecho, lo que fuera, había aflojado los lazos que la habían aprisionado durante tanto tiempo, no obstante que linda su cárcel. Mientras que para algunos ese fue un día de total e inconsolable tristeza (por ejemplo, para su ex pareja y su nueva consorte), para Lilitu fue el día de la liberación.
Después de eso, quizás bastante tiempo después de eso, o quizás no, el tiempo era entonces joven e inconsistente, más difícil de medir, ella llegó a conocer criaturas que alguna vez habían sido ángeles del Creador, seres que compartían su disgusto por el hombre; antiguos ángeles quienes el Creador había exiliado durante una de sus cascarrabias. Y ella también conoció a una serpiente anteriormente elocuente que por un tiempo había sido la mascota de la otra mujer, pero que había sido desechada. Ella pasó mucho tiempo con esos antiguos ángeles. Y la serpiente se hizo su amigo.
Eventualmente, el cardinal de esos antiguos ángeles se convirtió por un tiempo en su amante, y luego, en un amigo, para siempre. Con el tiempo, como suele ocurrir cuando los amigos también se vuelven amantes (aunque sea brevemente), ella se convirtió en madre; madre de gemelos, un niño y una niña a quienes ella nombró Enlil y Nammu.
Y Enlil y Nammu crecieron entre esos ángeles exiliados, y, siendo únicos de su raza, y el incesto aun no siendo mal visto (cómo podría ser despreciado con todos, en ese momento, siendo parientes cercanos), se convirtieron en amantes y tuvieron sus propios hijos. Y esos niños también se propagaron hasta que, con el tiempo, formaron un clan, luego una tribu y luego una nación.
Y los ángeles exiliados también encontraron amantes entre las eventuales hijas del hombre (el hermano y ex-esposo de Lilitu) y de su tímida nueva esposa, y aquellas mujeres también engendraron hijos, hijos que eran sólo parcialmente humanos. Y esos niños se autodenominaron “Nefilim”. Y Lilitu, a quien los Nefilim llamaban Ninhursag, era considerada por ellos como su reina y su diosa.
Debido a su desagradable experiencia con Adán, Lilitu no aceptó a ningún hombre como su esposo, a nadie jamás acepto como un ser por el cual abandonaría a todos los demás. Pero sí formó estrechos vínculos y relaciones. El poliamor era inherente en ella ya que tenía mucho amor que estaba dispuesta a compartir. Uno de sus amigos especiales, un amigo con “privilegios” pero definitivamente sin derechos, fue nombrado “An” por los Nefilim, y se convirtió en su rey y su dios, y el dios también de aquellos antiguos ángeles que habían sido expulsados del cielo. An rara vez estaba presente en los lugares que Lilitu elegía como suyos, ya que su negocio parecía mantenerlo ocupado en otras partes, lo que le convenía a Lilitu. An buscaba algo más con ella, pero nunca lo logro ya que a Lilitu nunca le había gustado el concepto de servidumbre doméstica.
Los Nefilim se hicieron famosos entre los hombres (al menos por un tiempo) porque, aunque podían ser matados, normalmente no eran mortales, y eventualmente en muchos clanes, tribus y naciones los consideraron dioses. Pero después de un tiempo, la mayoría desaparecieron del mundo que conocemos, y nadie sabe si todavía viven o no, y si viven, si alguna vez volverán, pero algunas personas creen que algunos de los Nefilim se quedaron con nosotros, escondidos, e incluso, que de vez en cuando interceden discretamente en los asuntos humanos.
Lilitu se ha mantenido muy privada durante mucho tiempo ya, por lo cual ni siquiera sus hijos están seguros dónde podría estar, o si ha evolucionado de una manera que nadie más que ella puede entender, o si alguna vez se reconcilió con el Creador (poco probable), o quizás, si ella lo superó, … y tal vez a nosotros también.
Pero algunos de nosotros todavía la recordamos. La recordamos a pesar de los esfuerzos de aquellos que siguen al Creador para borrarla de nuestra historia, o en su defecto, por medio de la calumnia, para hacerla odiada y despreciada, arrojada como fuente de maldad y monstruosidades. Pero a medida que las mujeres se han vuelto más y más ilustradas, es como si el espíritu de Lilitu, de alguna manera, haya actuado como un catalizador para aproximar a la equidad y la empatía. Algo que irrita mucho al Creador, aun algo machista, quien continuamente parece murmurar… “será que nadie me librará de esa horrible criatura”. Pero si él no pudo lograr esa hazaña, es poco probable que alguien más pueda hacerlo por él.
Al menos no hasta que el tiempo termine y el espacio se desvanezca y el Creador mismo se haya ido hace mucho, mucho tiempo, y Lilitu, tal vez aburrida una vez más, haya decidido que otra vez es el momento de cambiar su entorno.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados. Permiso para compartir con atribución.
Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree. Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida). Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.