Gustavo Rojas Pinilla: una época quizás afín a la nuestra

Historiadores y periodistas colombianos están ignorando importantes analogías entre nuestros tiempos y nuestras aspiraciones y los de la época vivida por el país durante la administración de nuestro general, o presidente o “dictador”, Gustavo Rojas Pinilla, una figura enigmática en la historia colombiana.  Una figura polarizante pero quizás mal interpretada.  La verdad es que un examen más objetivo de su ascenso y de su descenso político valdría la pena en este peligroso instante histórico.

Asumió poderes supuestamente “dictatoriales”[1] en 1953, pero a la instancia de numerosos sectores sociales durante una supuesta vacancia en la presidencia colombiana[2], y por lo tanto, no en forma de golpe de estado, como popularmente se categoriza su ascenso al poder. Y si fue “dictador”, fue dictador en su sentido original, el de la figura constitucional suprema en tiempos de crisis existenciales que tuvo su origen en la antigua Republica Romana.  Quienes inicialmente lo apoderaron incluían muchos de los líderes políticos, cívicos, sindicales y religiosos de su época, los más conservadores y tradicionalistas, quienes esperaban un régimen militar conservador, un régimen que le diera fin a los horribles conflictos interpartidistas que ellos mismos iniciaron después del asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, probablemente por ordenas de la nueva agencia de inteligencia estadounidense, la CIA (Agencia Central de Inteligencia), pero ellos esperaban que él mantendría el estatus quo social y económico, lo cual mantendría tranquilo el feudalismo colombiano tradicional. 

Estaban muy equivocados.  Esa no era la visión del entonces teniente general colombiano, un normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, graduado de la Escuela Militar Nacional e ingeniero civil graduado del prestigioso programa universitario de ingeniería del Tri-State College de los Estados Unidos.  Su visión era la de un reformador progresista, una visión demasiadamente parecida a la de nuestro presidente actual.  Y ¿por qué no?  Nuestro presidente actual inicio su vida cívica durante las protestas en contra del supuesto robo de las elecciones presidenciales del 1970.  En ese entonces, Gustavo Petro era pinillista, y quizás, en la actualidad lo sigue siendo, aunque no lo enfatiza, y no comparte las inclinaciones pinallistas sobre el manejo del estado.

La biografía oficial del ex presidente colombiano, Gustavo Rojas Pinilla, la que se encuentra en los archivos oficiales de la presidencia colombiana[3], destaca muchos de sus logros, incluyendo los siguientes:

…. fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas y la cultura popular. Estimuló los programas de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza y la programación de la televisión educativa, que se inició en Colombia durante su administración. La cultura popular no debía estimularse con medios rudimentarios, sino aprovechando los medios tecnológicos más avanzados: la televisión, la radio, el teatro, la imprenta y todos los medios que llevan a la superación cultural.

…. auspició la construcción de numerosas obras, destacando entre ellas las siguientes: la terminación del ferrocarril del Atlántico; la pavimentación de la mayor parte de las carreteras troncales del país; la creación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), el Banco Popular, el Banco Ganadero; la construcción del aeropuerto El dorado y 18 más; la construcción de acueductos, alcantarillados, avenidas, carreteras y numerosas obras de infraestructura en pueblos de distintas regiones colombianas. Introdujo la televisión en el país, y automatizó la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones. Durante su administración se terminaron las obras de Acerías Paz de Río y el Hospital Militar. Como buen “maestro”, egresado de la Escuela Normal de Varones de Tunja, Rojas Pinilla se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades; creó, organizó y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica ‘ de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia.

Además de lo anterior, otorgó “la amnistía para los alzados en armas, principalmente para los guerrilleros de los Llanos Orientales, Tolima, Antioquia y otros departamentos y territorios nacionales azotados por la violencia”, algo muy parecido a la “Paz Total” a la que aspira el gobierno actual.  Y no se puede olvidar que fue el “dictador” Gustavo Rojas Pinilla, quien les consiguió el voto a las mujeres colombianas.

¿Qué presidente en la historia de nuestro país ha logrado más?[4]

El progresismo demostrado por medio de los hechos mencionados fue su decaída ya que los poderosos habituales de las clases tradicionales, tanto liberales como conservadores, los medios de comunicación más reconocidos y la misma Iglesia Católica lo llegaron a considerar un rebelde intolerable.  Se atrevió a establecer “…. un impuesto sobre los ingresos y sobre el patrimonio golpeando a los sectores más ricos de la sociedad” y …. “[p]ara facilitar el manejo de las licencias de importación creó dos bancos públicos, medidas que los bancos privados consideraron como competencia desleal”.

Para tumbarlo, iniciando en el 1954, se organizaron protestas masivas desde distintas fuentes, pero irónicamente, al final, fueron fomentadas en 1957 exitosamente por la coalición liberal/conservadora denominada el Frente Nacional, una verdadera dictadura bipartidista y excluyente compuesta de los dos partidos responsables por la violencia que inicialmente resulto en su supuesta “dictadura”.  Buscando mermar la violencia, Rojas Pinilla le entrego su autoridad gubernamental a una junta militar el 10 de mayo del 1957, más que un año antes del fin de su segundo periodo presidencial (iniciado en agosto del 1954, por voto de la Asamblea Nacional Constituyente originalmente convocada por el ex presidente Laureano Gómez).

Después de que las fuerzas tradicionales del país resumieron su poder, ya en alianza por medio del Frente nacional, condenaron al supuesto dictador en el Congreso, impidiendo su participación política a futuro (parecido a lo que le paso al actual presidente durante se periodo como alcalde mayor de Bogotá por medios no judiciales en la Procuraduría), pero esa condena fue eventualmente reversada, primero por el Tribunal Superior de Cundinamarca en 1966, y un año después, el 18 de octubre de 1967, la Corte Suprema de Justicia confirmó ese acto judicial.  Ya, de nuevo con derecho a la participación política, el general Rojas Pinilla y sus simpatizantes conformaron un movimiento político llamado Alianza Nacional Popular, la cual tuvo impresionante éxito en las elecciones legislativas del 1968.

En 1970 el ex presidente intento de nuevo ser elegido presidente de nuestra república, pero en una elección sumamente sucia y con resultados posiblemente robados, no se reconoció su victoria.  La dictadura del Frente Nacional no lo permitió.  La falta de fe en la legitimidad de esa elección resulto en la formación del grupo M-19 y la renovación de insurgencia armada en nuestro país.  Nuestro presidente actual fue miembro del M-19, como fueron miembros lideres actuales del partido Alianza Verde y hasta del partido Centro Democrático.  No obstante las calumnias y mentiras con respecto a su naturaleza, el M-19 no era ni nunca fue comunista (una filosofía política que el general Rojas Pinilla detestaba).  Era solo un movimiento insurgente que buscaba un sistema electoral democrático y honesto para Colombia.

Desde entonces, hemos seguido con lo mismo de siempre.  Con la violencia, con la corrupción y con la impunidad.  Y con la inequidad social que ha hecho de nuestra hermosa patria uno de los países más desiguales del mundo.

Ahora, después de más de 65 años, ha vuelto a nuestra presidencia otro Gustavo.  Otro Gustavo con una visión social en demasiados aspectos idéntica al de nuestro “dictador”, Gustavo Rojas Pinilla.  Y, al parecer, nuestro nuevo Gustavo enfrenta la misma oposición, la oposición de siempre.  Y esa oposición, al parecer, usa las mismas tácticas, la calumnia, la mentira y la manipulación.  Tácticas que en el pasado han sido muy exitosas, hasta derrotando un plebiscito para apoyar la paz.

Gustavo Petro mucho se nombra como una especie de heredero a Jorge Eliecer Gaitán y a Luis Carlos Galán, ¿pero qué tal también a Gustavo Rojas Pinilla?  ¿Cuál será el costo que tendrá que pagar el señor Petro por su afán de corregir tantos problemas socio-cívicos y económicos que desde el inicio de nuestra historia como país han atormentado a nuestra sociedad”?  ¿Será que esta vez, el espíritu reformista y progresista, finalmente, después de más 65 años, logrará triunfar?

La verdad es que hoy en día está ocurriendo con el otro Gustavo, Gustavo Petro, lo que ocurrió con Rojas Pinilla con el contraataque de las clases tradicionalmente privilegiadas.  Esas clases corruptas y violentas usaron sus medios de comunicación, la iglesia, la burocracia, los grandes sindicatos y las grandes empresas e infiltrados dentro de la burocracia, y, por medio de la calumnia, la distorsión, la mentira y el soborno, lograron cambiar la percepción del Pueblo, haciéndolo considerar a su héroe, Rojas Pinilla, como un villano corrupto motivado solo por su deseo de agrandarse (realmente los atributos de ellos).  El Frente Nacional logro bloquear la visión pinillista de una Colombia justa, equitativa, libre de corrupción y de impunidad, donde todo colombiano pudiera, si estaba dispuesto a estudiar y trabajar, realizar todo su potencial, y en vez de eso nos dio guerra perpetua, estagnación, drogadicción y gobierno por carteles y mafias.  Bloqueó esa visión por mucho tiempo pero estamos a punto de volver a ponerla en marcha, y eso no les es tolerable a los de siempre, y los de siempre aun controlan los medios de comunicación masiva, mucha de la burocracia, mucha de las fuerzas armadas, mucha de la policía, mucho del ministerio público y mucha de la judicatura, además que mucha de la maquinaria política en cada departamento y cada municipio, pero no toda. 

¿Será que de nuevo nos vamos a permitir traicionar, que de nuevo nos vamos a permitir estancar?  O, será que, aprendiendo del pasado, ¿esta vez no nos permitiremos engañar?  Algo en que pensar, y mucho sobre nuestro pasado sobre el cual reflexionar, mientras de nuevo algunos intentamos lograr una sociedad justa, equitativa, libre de corrupción y de impunidad.  Una sociedad en la cual todo niño y toda niña colombiana puedan lograr todo su potencial, disfrutando de la realización de ese sueño del normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, el sueño de una Colombia en paz, educada y feliz, beneficiándonos a todos.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasma FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.


[1] “Dictatoriales” en el sentido que durante su vigencia, se abnegaba el concepto político de división de poderes en diversas ramas, siendo las más reconocidas, la rama legislativa, la judicial y la ejecutiva.

[2] Laureano Eleuterio Gómez Castro, al ser elegido presidente de Colombia en noviembre de 1949 ordeno la convocación de una Asamblea Nacional Constituyente con el fin de cambiar el régimen colombiano a uno afín con el fascismo Español de esa época.  Por razones de salud, Gómez abandonó su cargo como presidente, asignándolo a su designado, Roberto Urdaneta Arbeláez, quien se posesionó el 5 de noviembre de 1951.  El Congreso de 1951 aprobó en primera legislatura el proyecto de acto legislativo por el cual se convocaba una Asamblea Nacional Constituyente y, el 9 de diciembre de 1952, estando encargado ya de la presidencia Roberto Urdaneta, fue sancionada esta convocatoria tras recibir la aprobación en segunda legislatura. Supuestamente no tendría funciones legislativas, las cuales seguirían en manos del Congreso, y no podría modificar el período en curso del presidente, el designado o el Congreso.  En mayo de 1952, el gobierno creó la Comisión de Estudios Constitucionales. Esta comisión terminó sus funciones el 10 de febrero de 1953 y envió al gobierno el proyecto acordado. Éste acogió en parte las ideas propuestas por tal comisión, y en otras hizo modificaciones. El proyecto debía ser sometido a la Asamblea Nacional Constituyente, cuyas sesiones se iniciarían el 15 de junio de 1953. Sin embargo, para esa fecha la situación política había variado fundamentalmente, pues en la antevíspera se produjo un golpe de opinión acelerando las reuniones de la Asamblea Nacional Constituyente para el 5 de junio de ese año, la cual, rechazando el intento de Laureano Gómez de resumir su cargo como presidente el 13 de junio, declaro el 18 de ese mes que el cargo de presidente se había encontrado vacante, habiéndose abandonado tanto por Laureano Gómez como por Roberto Urdaneta, y confirmo al teniente general Gustavo Rojas Pinilla como presidente por medio de una acto legislativo (supuestamente prohibido) con fecha del 18 de junio, para el resto del periodo presidencial que terminaba el 7 de agosto de 1954.  Según el argumento de la Asamblea Nacional Constituyente, el 13 de junio de 1953 había quedado vacante el cargo de presidente de la República por abandono, primero por Laureano Gómez y luego por Roberto Urdaneta y, por medio de resolución legislativa, afirmó: “Que es legítimo el título del actual presidente de la República teniente general Gustavo Rojas Pinilla, quien ejercerá el cargo por el resto del período presidencial en curso”.  Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente fueron nombrados por el Congreso, por el Presidente ad hoc, por la Corte Suprema y por el Consejo de Estado con la adición de 10 representantes gremiales y su membrecía no era no solamente política sino corporativa con la Andi, Fenalco, la Asociación Bancaria, la Federación Nacional de Cafeteros, las Asociaciones Cooperativas y los Sindicatos representados.  Rojas Pinilla gozaba del amplio respaldo de las fuerzas políticas, económicas y religiosas del país, y de la misma Asamblea Nacional Constituyente.  La anterior información fue derivada principalmente desde Ayala Diago, César Augusto (2017, rev. 2022): “El cierre del congreso de 1949: Un Decreto de Estado de Sitio dejo a los congresistas en la calle”;  Biblioteca Virtual/Credencial Historia/Numero 162;  Banrepcultural, la red cultural del Banco de la Republica de Colombia.  Bogotá.  Y, de Gómez Latorre, Armando (1991): “La Constituyente de 1952-54”; El Tiempo, 19 de febrero 1991; Bogotá.

[3]Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

[4] Y no era militar de desfiles, como son tantos de los hijos de los poderosos tradicionales, los pocos, quienes, por meras apariencias, prestan servicio militar.  Sirvió en la guerra entre Colombia y el Perú y como representante de Colombia al alto mando de las Naciones Unidas durante la acción militar en Corea.  En 1936 fue enviado a Alemania para investigar la producción de municiones y, ascendido a mayor del ejército, cuando regreso a Colombia fue nombrado jefe del departamento técnico de la fábrica de municiones.  En 1942 fue nombrado director de la Escuela de Artillería, en 1944 fue nombrado subdirector de la Escuela de Guerra y en 1945 fue nombrado director de la Aeronáutica Civil.  A finales de 1946, el entonces coronel Gustavo Rojas Pinilla fue nombrado comandante de la Primera Brigada con sede en Tunja, su ciudad natal, y en 1948, fue nombrado comandante de la Tercera Brigada en Cali.  1949 vio su ascenso al grado de general de la República y el año siguiente, fue encargado de la Dirección General del Ejército Nacional.  En diciembre de 1949, el presidente Mariano Ospina Pérez lo nombró ministro de Correos y Telégrafos.

Contexto sobre el caso penal actual en contra del ex presidente de los EE.UU., Donald John Trump

Las circunstancias actuales del expresidente Trump son muy confusas, pues los reportes en los medios periodísticos tradicionales en los EE.UU. carecen totalmente de objetividad, y, además, la personalidad del expresidente es tan desagradable, que es difícil tenerle compasión, o, aún más importante, comprensión.  Pero para colombianos, algunas analogías serian útiles.  Tiene, en algunos aspectos, la personalidad agresiva del ex senador uber-uribista del Centro Democrático, Carlos Felipe Mejía Mejía, pero es sujeto de la guerra sucia, político-jurídica, al cual fue expuesto el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro.

El señor Trump acaba de haber sido formalmente acusado por un fiscal de condado dentro de la ciudad de Nueva York de haber cometido 34 delitos penales de rango mayor.  Todos tienen que ver con un pago acordado para darle fin a las acusaciones de la señora Stephanie Gregory Clifford, una ex estrella de pornografía usando el nombre “Stormy Daniels”, de haber pasado una noche con él cuando, aunque casado, él era ciudadano privado.  Normalmente, eso se llama extorción y la criminal habría sido ella, pero este caso es, por razones plenamente políticas, diferente.  La verdad es que los supuestos delitos jamás han existido en la jurisprudencia estadounidense, son una innovación del fiscal centrada en la forma en la cual los gastos fueron reportados, no como donaciones de Trump a su propia campaña, sino como gastos empresariales o personales.  Si eso fuera un delito, entonces casi todos los políticos estadounidenses deberían estar encarcelados, en especial, importantes adversarios de Trump, pero al parecer, eso no importa.  Ni importa que al final se encuentre inocente.  Se espera que la mera acusación tenga las consecuencias deseadas.  Una victoria electoral en el 2024 para alguien más de acuerdo con las políticas neoconservadoras actuales.

Y ¿por qué?  Trump es claramente un capitalista neoliberal.

Pues, porque el ex presidente Trump lidera las encuestas sobre quien será el proximo presidente de los EE.UU., y eso le es intolerable al partido Demócrata y a Republicanos tradicionales, no por su supuesta conducta personal inmoral, eso es asunto entre él y su esposa, pero porque Trump está en desacuerdo sobre la guerra en Ucrania, quiere acabar con el OTAN, y también, piensa que las enormes cantidades de dinero que se gastan en armamentos, en bases militares en otros países, y en intervenciones en asuntos extranjeras debían reducirse considerablemente, con los ahorros usados para mejorar la infraestructura doméstica, rebajar los impuestos cobrados a los ciudadanos estadounidenses y reducir al cero, la deuda nacional.

Para los poderes que realmente controlan el estado norteamericano (los cuales el heroico ex general y ex presidente Dwight David Eisenhower denomino “el complejo militar/industrial”), eso sería intolerable ya que esa “empresa” les da a ellos y a sus aliados ganancias billonarias cada año.  Entonces, como en el caso del actual presidente colombiano, los opositores del señor Trump buscan destruirlo políticamente por medio del abuso constante del sistema jurídico por medio de fiscales Demócratas en varios estados, en especial en Nueva York y Georgia, y en la fiscalía nacional, usando todos los recursos disponibles en el sistema penal para encarcelarlo y de esa manera, inhabilitarlo de participación en la política.  Eso no obstante las mucho más serias acusaciones por personas con mucha más credibilidad, contra el actual presidente Biden (acusado por una de sus asistentes de asalto sexual), contra su hijo Hunter y su hermano Jimmy, contra la fundación Clinton, la cual, al parecer vendió por millones de dólares, acceso a funcionarios del gobierno durante la administración Obama, y contra la campaña presidencial de Hillary Clinton, la cual invento, en forma pagada, el falso escándalo denominado “Russiagate”, el cual afirmaba que fueron los rusos los quienes, en forma ilegal, lograron la elección de Trump en el 2016.

En el caso del presidente Petro, la Corte Interamericana de Derechos Humanos evito que fuera exitoso el malintencionado plan para negarle al Pueblo colombiana el derecho de elegir a quien les parecía ser el mejor candidato como su presidente, pero nada de ese índole existe con respecto al señor Trump, quien está a la merced de jueces y fiscales designados por sus enemigos, y una prensa que lo odia.

No es que el señor Trump sea buena persona, o siquiera decente, pero en una democracia, una democracia de verdad, como ocurrió en Colombia, lo que le está pasando al señor Trump no se debería tolerar.

Se ha de notar que intenté publicar este artículo en Facebook, pero que fue prohibido inmediatamente, supuestamente por violar los normas comunitarios contra la desnudes.  Juzguen ustedes mismos que hay en este artículo sobre ese tema, y luego, pregúntense que está pasando, y por qué.

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es editor y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuàntico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

En el Día Designado Internacionalmente para Honrar a los Hombres

Es el 19 de marzo del 2023, un domingo y un día supuestamente designado internacionalmente para honrar a los hombres, pero como feriado, es una especie de fracaso. No es un gran día para floristas o para dueños de restaurantes, ni para ventas comerciales ni para reservas festivas. Pero tal vez sea significativo si nos tomamos un momento para reconocer a nuestros hermanos varones menos afortunados. Y hay tantos Y con demasiada frecuencia, los días festivos, en lugar de ser días felices, son los días más llenos de remordimientos, nostalgia y melancolía.

Entonces… hoy, yo estoy pensando en todos los hombres que trabajan diligentemente para mantener y proteger a sus familias, pero que son despreciados por no pasar suficiente tiempo de calidad en casa, y en aquellos hombres que, sin culpa propia, han sido separados de sus familias y han perdido todo lo que alguna vez acumularon, que viven lo que les queda de la vida solos, y a aquellos padres que, después de una relación fallida con sus esposas, se encuentran alejados de sus hijos.

Por supuesto, hay otra cara de esa triste moneda, hombres que son apreciados y amados por sus familias, amados por sus esposas y admirados por sus hijos, pero lamentablemente, en el mundo disfuncional de hoy, son la excepción y no la norma. Y por supuesto, hay muchos hombres que, por su conducta, merecen su destino; pero también, demasiados que no.

Es un problema que no se ve afectado por la raza, la religión, el origen nacional o las tendencias políticas… simplemente lo es, y hay pocos grupos de apoyo para ayudar a estas víctimas a sobrellevarlo, ni series de entretenimiento para resaltar el problema, ni campeones visibles para resaltar y mejorar su situación, o legisladores que buscan reformas legales y judiciales para resolver la tragedia social que representan.

Solo unos pocos de nosotros que, de vez en cuando, recordamos y reflexionamos.

Algo en lo que pensar mientras este supuesto día festivo se vuelve gris.
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Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es editor y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en https://guillermocalvomah.substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

Recuerdos vagabundos

Ese espacio, ese espacio en esa página sigue cálido aunque quizás, ahora, más bien tibio.

Durante un día nublado y frio de invierno, ese espacio en esa página estuvo ocupado. Ocupado por una frase muy especial, una frase tierna y, a la vez, ardorosa.  Una frase llena de sentimientos profundos.  Luego, al volverse a pensar, esa frase se borró, pero, aunque se borró y se intentó olvidar, la esencia del mensaje permaneció, permaneció consciente, consciente en algún lugar del tiempo, si ya no en el espacio. Indeleble, imborrable, inquebrantable.

El destino no es, por su naturaleza, bondadoso. Pero tal vez el destino reconoce lo mejor.  O, tal vez no.

Aun así, los ecos de emociones ya no ancladas, de emociones escapadas, … resuenan.  Y, por lo menos algunas campanas cantan, aunque escondidas en torres abandonadas, y algunos arcos iris perduran, aunque ocultos en medio de sombras abismalmente profundas, sombras tenebrosamente oscuras.

De todos modos, a pesar del pasado o del presente o del futuro, en algún lugar, en algún momento, los colibríes juegan con mariposas y libélulas, y flores y salgueros, disfrutando sus temporadas, solfean sobre lo que podría haber sido.

Recuerdos.  Recuerdos vagabundos lejos de sus hogares.
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Tempus Fugit

Tempus Fugit” generalmente se suele traducir al español como “El Tiempo Vuela”, pero eso no es del todo correcto, no es exacto. La traducción correcta es “El Time Huye”, se escapa. Y eso es muy diferente. No se centra en la velocidad con la cual desaparece el tiempo sino que implica que el tiempo se está escapando de algo que teme, con suerte, hacia algún refugio, aunque es posible que no pueda alcanzarlo.

Un poco de contexto.

La expresión se originó con el poeta latino Virgilio, el que escribió la epopeya de Roma, la Eneida, pero también escribió los Georgics, un largo poema dividido en cuatro libros en el cual se encuentra por primera vez una versión de la expresión: “fugit inreparabile tempus” (Libro 3, línea 284), es decir, “irrecuperable, el tiempo se escapa”. El tema de los Georgics es la agricultura, pero no en un aspecto rural plácido, sino, más bien, en gran parte, se centra en la importancia del labor humano.  Eso me pone en cuenta de los nobles campesinos colombianos.  “Campesinos”, en esencia, una expresión compleja con respecto a aquellos quienes laboran en los campos, ya sean pequeños dueños agricultores o sus empleados, pero que, a diferencia de los siervos o peones, son imbuidos de algo que un romano podría describir como “dignitas”, una palabra del latín que implica mucho más que mera dignidad, algo más noblemente ganada.

El poema es largo y complejo pero práctico, pragmatico. Se trata en detalle con asuntos necesarios y prácticos en un entorno agrícola, algo de botánica pero también de prácticas y técnicas agrícolas, pero todo en el contexto de las complejas realidades de la Guerra Civil romana después del asesinato de Julio César y la ascensión al poder de su nieto y heredero, Octaviano. En ese sentido, por alguna razón, me pone en cuenta de la obra maestra cinematográfica de Peter Sellers, “Being There” (El Jardinero), una de mis películas favoritas, y en especial de la nobleza de su protagonista, Chauncey, un huérfano empleado por una familia muy adinerada como su jardinero, un hombre que jamás salió del entorno de su empleo, un hombre que se creó sin ninguna educación excepto la que obtuvo viendo televisión y trabajando en el jardín de su empleador. Una vez que su empleador fallece, Chauncey está a la deriva en el mundo sin hogar y sin posesiones más que la ropa que su empleador le legó y sus propias observaciones sobre la jardinería, las cuales el comparte con los que va conociendo. Ellos suponen que tales observaciones son metáforas involucrando una sabiduría profunda compartida con ellos por Chauncey, una sabiduría que ellos aplican a sus propios problemas complejos, y Chauncey es aclamado por las más importantes y poderosos personas del mundo como un genio, aunque un genio muy humilde. En realidad, Chauncey representa la esencia de la inocencia reflejada en una hermosa ingenuidad porque él no sabe que existen imposibilidades.

Quizás el tiempo huye hacia un mundo en el cual Chauncey no es la excepción sino la norma; uno en el que Yeshua el nazareno podría encontrar consuelo, como podríamos encontrarlo nosotros también. Quizás se pueden encontrar rastros de ese concepto en las vidas y las tradiciones de nuestros nobles campesinos colombianos, de quienes nosotros y otros podemos aprender mucho.

Tempus Fugit”. Quizás una expresión mucho más significativa de lo que entendemos.
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El estribillo matutino de un escritor

Amanece un nuevo día, quizás un día soleado, o un día con neblina, o quizás simplemente un día nublado, o incluso lloviznando, o lloviendo, o tormentoso con vientos aullando. Pero un nuevo día.

El café, mmm, para muchos esencial a primera hora. ¡Colombia agradece el gesto! Entonces tal vez el desayuno, o tal vez solo jugo, tal vez jugo de naranja, o jugo de toronja, o tomate o V8.

Qué elegir, qué elegir.

El café huele delicioso, incluso si no te gusta el café, pero si lo vas a tomar, ¿debería ser negro y amargo, negro y dulce, o cargado de crema, o tal vez solo leche?  Tal vez leche desnatada o deslactosada, o ambas. ¿Y tostadas, secas o con mantequilla? ¿Y mermelada? ¿Y huevos? ¿Revueltos? ¿Tortilla? ¿Con el lado soleado hacia arriba o simplemente frito, o qué tal un huevo crudo en un vaso de jugo de naranja?  Eso se supone que es saludable. Por otro lado, ¿y por qué no panqueques? O gofres.

Qué elegir, qué elegir.

Una página en blanco pero un teclado lleno de promesas, promesas buenas pero también promesas valijas. Esa es la naturaleza de lo incoate.  ¿Qué tecla elegir, qué teclas?  Hay letras y puntuación y hay números y símbolos, y mayúsculas y minúsculas.

Qué elegir qué elegir.

Se solía, hace mucho tiempo, usar una página de verdad, en una máquina de escribir, una página real, no solo un facsímil virtual, pero luego, si cometías un error, con demasiada frecuencia desmenuzabas la página y la tirabas, sin pensar en los árboles. Eso ya no es políticamente correcto, ni eficiente. En esos entonces no había corte y pegue, ni corrector ortográfico, ni sugerencias gramaticales (las ultimas la perdición para un poeta).

De todos modos, ¿qué escribir?

Mmmm, vamos a ver.

Comienzo con una sola palabra, cualquier palabra, el resto vendrá.

Tal vez.

Con un poco de suerte, tal vez sea adecuado, o incluso decente, tal vez incluso bueno, o incluso excelente.

Pero, ¿Qué tal si es basura?  Y no hay papel que desmenuzar.

Qué elegir, qué elegir.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

Observaciones con respecto a la decisión del Tribunal Interamericano de Derechos Humanos en el caso de la Unión Patriótica versus el Estado Colombiano

Hoy, 30 de enero del 2023, soy orgulloso de ser Latinoamericano donde, quizás más que en cualquier otra parte del mundo, existe una institución supraestatal realmente dedicada a la protección de los derechos de nuestros pueblos y de sus miembros en frente a la corrupción, la ineptitud y la violencia de los gobiernos de turno que por siglos han manejado nuestros estados, al servicio de potencias extranjeras.  La verdad es que hoy en día, cuando la hipocresía y la mentira son rey y reina en casi todo nuestro planeta, y en especial en esos países del norte que se autoproclaman moralmente superiores, quizás solo en la América Latina realmente se está logrando progreso en la gran batalla, quizás iniciada al inicio de la Revolución Francesa, para lograr el respeto a la dignidad del individuo, a la dignidad de las minorías y la dignidad de quienes son diferentes o creen en formas diferentes a las establecidas por las tradiciones elitistas.

Una horrible injusticia ha sido, por lo menos reconocida, y algo de culpa algo asignada, aunque dirigida a un Estado Colombiano que ha iniciado un profundo intento de cambiar.  Pero la justicia clama por procesos externos con respecto a esos países extranjeros responsables por tantas instancias bárbaras en nuestro continente (y en otros), y clama por procesos internos que realmente les fijen la responsabilidad a los individuos involucrados en esos crimines, y en sus familiares quienes gozaron y gozan de los beneficios ilícitamente robado de las víctimas y de los inocentes del Pueblo Colombiano.  Procesos parecidos a los que se utilizaron ante los tribunales de Núremberg después de la Segunda Guerra Mundial, aunque esos casos eran casi totalmente hipócritas, como fueron los países aliados que los orquestaron como una forma de entretenimiento, mientras ya planeaban crimines parecidos en contra de miles de millones de futuras víctimas del neoliberalismo impuestos por medios neoconservadores.

Soy orgulloso también de ser colombiano en la nueva Colombia en desarrollo, aunque me da enorme vergüenza del Estado Colombiano de ayer.  Y también, desde mi parte personal, me duele  haber estado por fuera de mi Patria por tantas décadas cuando, como los integrantes de la Unión Patriótica y otros grupos realmente cívicos que estaban pagando con sus vidas, yo debía de haber estado aquí, luchando a su lado para obtener la justicia y el bienestar común que merece todo colombiano.

Pero ahora, en esta nueva Colombia, todos podemos unirnos con la Unión Patriótica y con los otros numerosos movimientos sociales, culturales, indígenas, afrodescendientes y políticos afines, y con las numerosas víctimas de nuestros injustos conflictos (hasta ahora perpetuos), para por fin, empezar a extinguir a la violencia, y a la impunidad, y a la inequidad, y a la desigualdad, y a la injusticia, y a la intolerancia hacia perspectivas diferentes, y a la ineptidud de quienes nos gobiernen y de los supuestos servidores públicos que se creen superiores a su Pueblo.

El 30 de enero del 2023: un día para reflexionar y para dedicarnos a realizar la Colombia que todos merecemos.  Un día para recordar siempre, entendiendo las complejas emociones que debemos estar sintiendo, una síntesis de orgullo, alegría, vergüenza, remordimiento y dedicación.

Guillermo Calvo Mahé

Otra misiva de Casandra de Troy

Una diatriba en mi menor sostenido

Mientras investigaba sobre una “reflexión sobre la sensibilidad, la autoconciencia y su posible existencia en formas no biológicas”, encontré la siguiente información, sin duda en un artículo de Wikipedia (un punto de partida para la investigación en lugar de una fuente confiable). Lo comparto porque gran parte de la información que recibimos carece de contexto, quizás deliberadamente, para manipular dicha información con fines electorales y no meramente políticos, es decir, para manipularnos para perpetuar bloques de poder específicos, en la mayoría de los casos, aparentemente sistemas neoliberales que utilizan tácticas neoconservadoras para sus propios fines egoístas, sin importar los costos para otros (Ucrania es el ejemplo más evidente en la actualidad).

Debido a la naturaleza de la siguiente información, me apresuro a indicar que soy muy consciente del medio ambiente y no soy un negador del cambio climático (ciertamente, una frase diseñada para reprender y menospreciar a quienes niegan la existencia del cambio climático). Reconozco que soy un verdadero izquierdista (no la variante falsa de supuesto liberal o supuesto progresista a la que se refieren con tanta frecuencia los medios corporativos y la mayoría de los partidos políticos tradicionales de hoy), pero no reacciono con mis ojos cegados ni con mis oídos cuidadosamente tapados para que mi mente pueda permanecer bien sellada.

De todos modos, … según la siguiente cita de un artículo genérico sobre la evolución de nuestro planeta (que se puede encontrar en https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Earth): “Se estima que el 99 por ciento de todas las especies que alguna vez vivieron en la Tierra, es decir, más de cinco mil millones [de ellos] se han extinguido. Las estimaciones sobre el número de especies actuales de la Tierra oscilan entre 10 y 14 millones de las cuales alrededor de 1,2 millones están documentadas, pero más del 86 por ciento no han sido descritas. Sin embargo, recientemente se afirmó que un billón de especies viven actualmente en la Tierra, y que de ellos solo se describe una milésima parte del uno por ciento”.

Nosotros, los humanos de hoy, somos en nuestra mayor parte antievolutivos en nuestras propias interacciones, en nuestra ética y en nuestra moral, rechazando los postulados de la naturaleza sobre la “supervivencia del más apto” que históricamente han defendido otros humanos que encontramos reprobables (más recientemente, los nazis y sus aliados).  Por lo tanto, rechazamos descartar a los enfermos y discapacitados y buscamos, a través de medios sociales, nivelar el campo de juego aparentemente establecido por la naturaleza, buscando, por ejemplo, eliminar la relevancia de la salud, del género y de diferencias raciales. También somos aparentemente antievolutivos con respecto a evitar los factores naturales que conducen a la extinción de especies en los reinos animal y vegetal.

Admito que, emocional e intelectualmente, estoy de acuerdo con esas creencias antievolutivas. Pero, la información citada arriba me preocupa. Debo admitir que nosotros, que afirmamos amar a Gaia y respetar y buscar proteger la naturaleza, parecemos estar haciéndolo en total oposición a las tendencias “naturales” históricas, en esencia, habiendo decidido que sabemos más que la naturaleza, y que somos más morales que la naturaleza, y que nuestro papel en el esquema de las cosas es corregir las tendencias erróneas de la naturaleza, un trabajo que no estamos haciendo muy bien, quizás, porque en lugar de haber alcanzado un consenso real, estamos irremediablemente polarizados, tirando en innumerables direcciones opuestas y, como ratones de Noruega confundidos, aparentemente dirigiéndonos desesperadamente hacia nuestra perdición como especie. Tal vez una fatalidad de la cual naturaleza disfrutaría.

Aun así, amo a nuestra especie y, como individuo, tengo la intención de hacer lo que pueda para evitar lo que, para un observador externo (si hubiera alguno), parecería nuestro destino obvio si demostramos ser incapaces de cambiar drásticamente de dirección. Eso me lleva a reflexionar que la mayoría de nuestras filosofías actuales y creencias arraigadas necesitan una reevaluación fundamental, basada no en lo que deseamos que la verdad sea, sino en la verdad, sin adornos.

Con frecuencia escribo sobre las falacias de las creencias populares sobre la naturaleza de la “lógica”, interpretaciones en las que “la lógica se percibe como un método para probar la precisión, cuando, en verdad, es solo el medio de una ecuación casi matemática que se puede reflejar de la siguiente manera: premisas + hechos x lógica = conclusiones. Si alguno de los componentes es defectuoso, la ecuación no solo es inútil, sino peligrosa. Los dos elementos con mayor probabilidad de ser defectuosos son las premisas y los hechos. Pero incluso cuando es defectuoso, tiene un aspecto empírico autocorrector si nos enfrentamos a la realidad. Si la “conclusión” a la que se llegó no funciona a pesar del preciso uso del componente lógico, entonces sabemos que las premisas o los hechos fueron inexactos y debemos reconocer que necesitamos volver al tablero de dibujo metafórico. Desafortunadamente, eso es algo que nosotros, como humanos, detestamos hacer, teniendo una aversión casi instintiva a admitir que nos hemos equivocado. Los errores, cuando son reconocidos y adecuadamente analizados, son las mejores herramientas para aproximarnos a la verdad, son los mejores maestros y probablemente nuestras experiencias más valiosas. Pero son una herramienta que ignoramos por lo cual nos lleva, como especie, a donde nos encontramos: una carrera miope hacia un callejón buscando la suicida sin salida.

Eso bien puede ser lo que quiso decir uno de nuestros genios más brillantes e intelectualmente flexibles cuando describió la locura como “hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Algo especialmente peligroso en lo que pasa por democracia pero que en realidad es simplemente un medio para mantenernos calmados mientras los peores entre nosotros nos mantienen controlados. ¿Imagínese un supuesto sistema libertario donde las opiniones están estrictamente controladas a través de la censura supuestamente esencial en la búsqueda de la verdad?  Bueno, tal vez “imaginar” fue una mala elección de palabras. Ahí es exactamente donde nos tiene nuestra cultura actual de moda, “los supuestamente despiertos, que se sienten bien despreciando a otros señalándose de virtuosos”.  Nunca encontraremos nuevas soluciones alternativas a nuestra miríada de problemas cerrando apertura a tantas mentes como sea posible, castigando y ridiculizando puntos de vista alternativos, destruyendo lo que pasa por historia en favor de narraciones que encontramos más aceptables.

Una de las cosas que encuentro más frustrante en nuestra búsqueda para resolver nuestros problemas es que no hay escasez de soluciones viables, solo de la voluntad de implementarlas. Las soluciones son, como muchas invenciones útiles patentadas, no para ser utilizadas sino para ser almacenadas en una búsqueda suicida por un flujo de ingresos rentables; un pivote delirante hacia vivir el momento y, como dijo el rey francés Luis XV: “dejemos que nuestros descendientes enfrenten la tormenta”, algo que su descendiente inmediato, Luis XVI y su familia, sin duda experimentaron durante la Revolución Francesa.

Es subestimar enormemente el caso describir nuestros medios de comunicación actuales a través de las redes sociales y corporativas como “problemáticos”.  Son el veneno diseñado para destruir a aquellos que son los más capaces de guiarnos hacia la equidad, la justicia, la paz y la economía sostenible y, por lo tanto, es muy probable que esos medios aseguren que no estaremos vigentes mucho más tiempo, que no estaremos presentes para estropear el ritmo lento pero constante de la naturaleza hacia sus propias metas y aspiraciones, con o sin nosotros.

Algo sobre lo cual reflexionar mientras somos impulsados colectivamente hacia nuestra propia perdición.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

La poesía

La poesía es difícil de definir.

A veces, se define mejor negando aquellos aspectos que más se asocian con un poema. Rima, métrica, estructura estricta, incluso aliteración y consonancia. Por otra parte, quizás la definición de poesía, de lo que constituye un poema, es muy personal.

Para mí, la esencia de un poema es la creación y el intercambio de una sensación similar a una ola que transporta tanto al escritor como al lector a lo largo de un sendero emotivo, a veces breve, a veces expansivo, como si uno estuviera surfeando pero flotando en una ola suavemente melodiosa sobre una serie de profundos abismos en los cuales uno podría optar por vagar, perdido pero buscando.

La belleza o el horror pueden estar presentes, pero tal vez puedan fusionarse subliminalmente en algo incomprensiblemente sublime, perceptible solo en un lenguaje silencioso e indiscernible, uno que solo el alma puede comprender por completo.

Por otra parte, hay rima y métrica, estructura estricta, incluso aliteración y consonancia; hay metáfora y símil; hay alusión e ilusión. Tonos y sombras y ecos y arcos iris, colibríes y libélulas y a veces solo dragones… o tal vez ranas.


© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2023; todos derechos reservados. Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree. Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida). Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

¿Qué pensaran?

Las nubes no son realmente blancas. Viven una vida en gradaciones de gris, a veces un gris tan oscuro que se confunde por añil pero que en otras ocasiones parecen estar abrigadas en cristales de nieve y en otras ocasiones, cuando reflejadas en ojos enamorados, parecen estar cubiertas de plumas plateadas.

Y el cielo, el cielo tan azul. Y el sol de un dorado tan resplandeciente que no se puede resistir. Y las montañas, mis montañas de variedades verdes tan verdes que desde sus pendientes vertiginosos parecen ser cobijas de esmeraldas calentando el cuerpo de un ser amado.

¿Y yo? ¿Qué seré yo? ¿Cómo me verán ellas? ¿Rumiarán de vez en cuando sobre quién soy? ¿sobre qué hago? ¿sobre qué pienso? ¿sobre qué siento?

Serían muy curiosas sus observaciones; las de las nubes, las del cielo, las del sol, las de las montañas que llamo mías.

¿Qué pensarán?

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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2013; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.